He dicho
No voy a andarme con chiquitas ni a hablar subrepticiamente de los burócratas o los desbarajustes del sistema de representación.
Lo diré todo.La burocracia es una pantomima que los legitimiza. Los súbditos se aprestan como corderitos a dotarlos de una representación formal que en los hechos lo único que hace es facultarlos para vivir a costa de todos y desplegar las arbitrariedades que se les ocurran bajo remanidos discursos de pretensiones memorables cuyo transfondo está impulsado por la falsa creencia de salvar a todos.
Cuando no salvan a nadie.
O mejor dicho si a alguien salvan es a ellos mismos que viven en comodidades gracias a exprimir a todos.
Todo gracias a que la muchedumbre les presta la pelota que luego con gusto se adueñan para hacer lo que se les antoja.
Y no todos los burócratas son lo mismo.
Distingamos.
Hay tipos que se rompen el alma en el sector público y ganan de muy buena forma sus ingresos.
Ejercen con dignidad su rol y con su trabajo hacen un aporte muy valioso a la sociedad en su conjunto.
Pero los otros son muchos y creo sin riesgo de equivocarme que los ñoquis que mantiene el pueblo como si fueran señores feudales superan con creces a los que trabajan dignamente con cuerpo y alma.
Por qué protesto, dirán ustedes.
Porque creo en la incidencia de la palabra para transformar la realidad.
Y en el sano desahogo para producir salud.
Creo en la conveniencia de ponerle puntos a las íes y distinguir lo que está bien de lo que está mal.
No estamos para atestiguar la realidad que nos acontece, sino para producir la que juzguemos conveniente.
¿Y?
Y creo en la democracia bien constituida, que es muy distinta a la que transfiguran burócratas chamulleros cuyo mayor logro es producir países bananeros.
Con las nefastas consecuencias que sufrimos todos.
He dicho.
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