Estoy inquieto, hace un buen tiempo. Veo por televisión y observo lo que
pasa. Eso, conjuntamente con los otros medios, me aporta una percepción
subjetiva de la realidad.
Después, no sé por qué, me siento tentado a escribir. Como para desentrañar
las inquietudes, observarlas primero y elucidarlas después.
Quizás con la expectativa de incidir en algo, para que la realidad se
encauce en beneficio de todos.
Menuda pretensión.
Aunque en verdad tal vez solo sea para escribir y liberarme. Y dejar luego
que la palabra haga lo suyo.
Porque nada es más reconfortante que mirar de lejos el hormiguero, tomar
carrera y finalmente hacer lo que uno siente que tiene que hacer.
En fin…
No puedo creer que siendo grandes y formando parte de una sociedad que
debiera ser adulta estemos
siempre en manos de Pirulos o Pirulas de turno. Es
como si fuésemos niñitos que demandamos un padre salvador o una madre salvadora.
Y uno lo observa todo. Y a veces, debo confesar, con cierto enojo.
¿Por qué?
Porque uno no puede creer que gente grande muchas veces con avanzada edad
ande por detrás de Pirulos ensalzándolos, sobándoles el lomo, rindiéndoles
pleitesía, vanagloriando la totalidad de sus dichos. Aplaudiéndolos a rabiar.
Alineándose con igual entusiasmo en sus aciertos y desaciertos.
Etcétera.
Gente grande tan dispuesta a obrar como obsecuentes o pusilánimes tan solo
por el innegociable propósito de hacerse un lugar en las disposiciones que
Pirulo, una vez que es investido en tal posición, puede llegarle a ofrecer.
Una vergüenza, en síntesis.
Pero esto muchos lo vemos y algunos no podemos dejar de decirlo. De
mencionarlo. Tal vez para provocar la reflexión y que algo o alguien hagan algo
al respecto para no incentivar esas prácticas indeseables propias de espíritus
especulativos.
Y quién va a hacer algo al respecto si no es el propio Pirulo, Pirula o sus
séquitos que se van conformando y reconfigurando en forma dinámica,
espiralmente, ascendente o descendentemente según se vayan conformando los
pronósticos, expectativas y resultados de estudios de mercado que determinarán,
en última instancia, quién será el Pirulo o la Pirula de turno.
Bravo.
La verdad que no sé por qué escribo sobre esto, quizás es para inquietarnos
y mover un poco el avispero. Vaya uno a saber.
El tema es, al parecer, que nuestras subjetividades de niños se van
conformando de tal manera que a pesar de que pase el tiempo tenemos la
predisposición, el entusiasmo, la vocación de enaltecer una figura que de algún
modo se haga cargo de nosotros.
Así lo hizo nuestra madre, nuestro padre. O ambos. Así lo hizo nuestra
maestra o maestro. Nuestro sacerdote o cura párroco. Y así lo hicieron también
otras figuras que, atendiendo a la demanda de niñitos que reclaman padres o
madres que le indiquen lo que está bien, lo que está mal, y ejerzan poder sobre
ellos, ocupan con mucho agrado la posición de mandamás de turno.
Esto es lo que deberíamos observar y reconsiderar. Con la intención de
repensar un poco situaciones, lógicas y comportamientos de mandamases,
obsecuentes y niñitos.
Es ahí donde deberíamos detenernos y pensar.
Debo decir que me quedo muchas veces atónito ante situaciones donde veo que
surge un candidato muy dispuesto a oficiar como Pirulo y de inmediato se va
conformando un séquito de alcahuetes y obsecuentes, muy dispuesto a ensalzarlo.
Con la clara expectativa que el día de mañana, o a la vuelta de la esquina, don
Pirulo asuma el poder y disponga.
Usted es canciller. Usted viene conmigo. Usted va a tener el cargo de jefe
departamental de la secretaría subnacional de la intendencia regional de la
zonificación interpartidaria del pensamiento reflexivo, filosófico, cultural,
analítico, social y etcétera, de la regionalización sur de la República
Argentina.
Uno mira extrañado y absorto que Pirulo está entusiasmado. No puede creer
que los designios de la vida lo hayan puesto en esa posición. Entonces la asume
con convicción y entusiasmo.
Empieza ahí Pirulo a decirnos las cosas como son y esboza ensayos de cómo
las va a resolver en beneficio por supuesto de todos.
Pirulo o Pirula hablan entonces con determinación de temas de seguridad
nacional, e internacional, de economía municipal, regional, provincial e
internacional, de derecho laboral, comercial e internacional. De obras de
infraestructura en rutas, caminos rurales, rutas aéreas, etc. De políticas
sociales, educativas, culturales y un sinfín de cuestiones más donde Pirulo se
convence que intervendrá de algún modo para resolverlas.
Por supuesto que para eso Pirulo no es ningún tonto y a pesar de que suele
caer en el convencimiento de que se la sabe todas, se rodea de asesores que a
veces son gente con solvencia y prestigio, y otra vez son chamulleros
envalentonados dispuestos a obrar con la seguridad que lo hacen personalidades
de notable trayectoria.
Y por último viene el hombre o la mujer de a pie, que observa todo. Y claro
que muchas veces exige que aparezca un Pirulo o Pirula que resuelva todo y se
haga responsable en última instancia de todo lo malo que ocurre en este país.
Porque a alguien después necesita echarle la culpa. No vaya a ser cosa que
tenga que hacerse cargo de sus frustraciones y fracasos.
O, peor aún, de una posición protagónica ante el país y su propia vida.
Salvando por supuesto numerosísimas excepciones. El séquito que conforma
gente muy capaz y valiosa, que en contraposición a los especulativos
obsecuentes, en verdad se juegan por sus convicciones y se comprometen con la
Argentina, y los millones de hombres y mujeres de a pie que aportan al país
desde el lugar que pueden.
Muchas veces me pregunto si podremos salir de estas lógicas de sobre
jerarquizar personalismos o qué vamos a hacer al respecto. Si la decadencia
educativa va a terminar consolidando salvadores o la sociedad alcanzará otras
pretensiones donde se jerarquizarán por fin las instituciones.
Lo que por el momento parece ser algo indispensable, es hacer una distinción
básica y esencial, que creo que en esta instancia es la más importante de todas.
Necesitamos que Pirulo sea bueno y evolucionado, y en eso parecería que estamos
avanzando.
¿Nos van a salvar los Pirulos y Pirulas?
Por favor, seamos grandes.