viernes, 30 de julio de 2021

El opinólogo

No quiero sumarme al séquito de quienes levantan el dedo al observarlo todo y sin titubeos juzgan y resuelven.

Me preocuparía estar en la placidez del observador que ejerce de juez para dictar veredicto.

Que esto está bien, que lo otro está mal. Que por qué Pedrito se encamó con fulanita si tiene novio o novia, o podrían estar los tres imbrincados en circunstancias memorables.

O vaya a saber qué cosa.

El tema es que uno no puede parar de observar y se siente tentado, como impelido a aportar su mirada para decir cómo son las cosas. Y de alguna manera incidir para encauzar a la realidad de la mejor manera posible.

Es decir, para que no se desalinee indeseadamente y termine siendo una suerte de despropósito perjudicial para todos.

Es ahí donde se miden dos fuerzas esenciales, la fuerza del bien y la del mal.

Punto.

Volviendo a la observación y el veredicto, uno puede que no quiera entrometerse en cuestiones que no le incumben, y está bien que así sea.

Pero bien puede entrometerse si le da la gana y juzga que es tan pertinente como necesario hacerlo. Sobre todo.

Sobre todo, se escribe separado.

Sobretodo, de abrigo, se escribe junto.

Nunca me había calzado ningún escrito para decir esto. Pero como veo este desliz en personas hasta altamente formadas, se me ocurre hacer esa distinción ejerciendo de algún modo un rol de maestro ciruela que por supuesto me excede.

Sobre todo, si se piensa que el maestro ciruela es el que sabe. Farsa si las hay en su propia naturaleza intrínseca.

Juro que no tomé nada.

El tema del dedito que acusa no es tan malo entonces, puede ser respetable si tiene como finalidad primera o última incidir para favorecer la transformación positiva de la realidad.

Muy bien.

Si entonces el ser que mira todo advierte el despropósito y procede a aportar su mirada, está muy bien que interceda y haga oír su voz para procurar que esa incidencia sea positiva y que el mundo no termine siendo peor de lo que era.

Resumiendo diría que está bien observar y proceder cuando cada uno quiera proceder. También diría que exasperarse en opiniones interminables sobre todas las cuestiones del acontecer humano puede ser una tarea excesiva.

Quizás es mejor centrarse en algunas cuestiones y opinar de esos menesteres.

Pero si uno quiere opinar de cualquier cosa, ¿cuál es el problema?

Que opine, que diga lo suyo.

Y se deje de joder.





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domingo, 18 de julio de 2021

El hombre rezongón

Sepan ustedes que yo no soy ningún rezongón.

Lo que pasa…

Lo que pasa es que dentro mío hay un hombre rezongón, que me obliga de alguna manera a escribir ciertas cosas. 

Obviamente yo ofrezco resistencia, creo que la vida es hermosa, está repleta de posibilidades y se honra la existencia asumiendo una posición existencial positiva, no negativa.

Pero el hombre rezongón no acepta explicaciones y asume su trabajo como si fuera un deber irrenunciable. Me persuade para que observe primero algunas circunstancias y luego escriba ciertas cosas.

Aunque me resista.

Está convencido que al mundo desbarajustado se lo acomoda en parte con percepciones que se generan y se pronuncian con palabras. Y que esas percepciones facilitan posibilidades de acciones que inciden para transformar la realidad.

Dice que no hay que mirar para otro lado. Y que más vale que escriba lo que hay que escribir para contribuir a que la realidad en los aspectos negativos que fueran se transforme.

Entonces yo cedo y cuando menos lo espero procedo.

Soy de alguna manera un súbdito de ese hombre que rezonga y exige que se exprese su voz.

Solo estoy atento a sus intenciones y trato de tenerlo a raya. No quiero que me tome por completo, porque puede amargarme la existencia.

O hacerme escribir protesta tras protesta.

Hasta el momento su postura me parece razonable y creo que si lo mantengo a raya nos llevamos bien.

Así que ya saben, no soy yo quien rezonga.

Es el otro que tiene sus razones.






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sábado, 17 de julio de 2021

Todo va para peor


Todo va para peor. No se puede esperar nada bueno.

Los tontos avanzan de manera indeclinable y la realidad se transforma zonzamente.

Todis.

Nada bueno se puede esperar de la idiotez, solo el despropósito y los elocuentes resultados que entrega la zoncera.

Todo va para peor.

Manejan sin frenar en las equinas. Cruzan la calle de espaldas a los autos. Hacen cagar a los perros en las veredas y parques, y se van dejando los soretes con cara de pelotudos.

Sigue...

No hace falta enumerar las cuestiones que fundamentan la decadencia y el declinante proceder de muchos semejantes.

Cada uno puede hacer su lista y en caso de que le resulte pequeña, vea un poco las noticias o salga a caminar y amplíela hasta que tenga ganas.

Y si espera un final feliz de este humilde escrito que revela lo esencial del hombre negativo, está equivocado.

El galán esta vez no se va con la doncella. El mundo no se arregla al final, termina igual o peor de destruido.

Queda lamentablemente usted con las manos vacías. No espere nada.

Ni siquiera un premio consuelo.





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miércoles, 14 de julio de 2021

Lo mismo


Creo que Sabato afirmaba que los escritores decían lo mismo una y otra vez. Aunque a decir verdad no estoy seguro que fuera Sabato quien lo decía. O quién lo decía.

Creo que muchos.

Pero tal vez o muy posiblemente le atribuya algo que no corresponde. Me retracto si es una equivocación.

Aunque siempre sospecho que el mundo simbólico está repleto de esas equivocaciones y desaciertos. Lo he comprobado con cierta recurrencia al advertir por ejemplo que una frase se le adjudica a un pensador o a otro. 

Y es la misma frase.

Pero no iba por ahí, doblo…

Los acomodaticios es el tema. Por qué, dirán. Bueno, es que hace tiempo no me encargo de ellos. Y las palabras están para inquietar, provocar e incidir en la realidad con la expectativa de transformarla de manera positiva.

Y ya saben, los acomodaticios no contribuyen en nada.

Por el contrario, validan hasta lo peor para que lo peor se asiente o permanezca.

Por eso los combato.

Alzo la guardia, aviso, insto y procedo.

No es que quiera persuadirlos de su actitud, aunque no pierdo la esperanza. Cualquiera puede cambiar y recobrar la dignidad, que es más saludable que la degradación que cualquier ser humano puede tolerar para honrar la pletesía, la condescendencia y la filosofía burda e insana del chumamedismo.

Por llamarlo de alguna manera.

Así que no hay que perder las esperanzas de que cierta provocación a espíritus acomodaticios surta efecto. Quizás esos seres imbuidos en esa filosofía degradante, se empiezan a inquietar y por fin se rebelan.

Renaciendo como personas ante la existencia, para alistarse a cambiar el mundo.

Un poco hay que incidir sobre esa cultura para que la realidad mejore porque de lo contrario nos vamos al bombo y vamos a terminar siendo como esos países fracasados, donde los jerarcas viven en la riqueza mientras que todo el pueblo vive en la pobreza.

Por eso, quizás, combato.

Tengo la ilusión de incidir, persuadir y movilizar. Al menos en el espacio personal e íntimo de quien lee atento y tiene la apertura para preguntarse quién es, si está bueno seguir así, o es mejor hacer historia y cambiar.

Dejar de estar de rodillas. Ponerse de PIE.

Y alistarse fuera del equipo de los acomodaticios, para asumir la incomodidad cada vez que la existencia lo reclame, y actuar con la dignidad de quienes detestan la mediocridad propia de los espíritus pusilánimes y se encargan de transformar positivamente el mundo.





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sábado, 10 de julio de 2021

Ensalada rusa


¿Por qué los escritos tienen que ser ordenados, desplegarse con cierta simplicidad y desarrollar conceptos con la mayor claridad posible?

Para que se entiendan, puede pensarse. Quizás esa es la intención. Que el otro que lee, entienda. Y que quien escribe no lo haga perder tiempo, enredándolo en ideas escabrosas con pasajes trabajosos de difícil entendimiento.

Ese truco solo es el válido para quien quiere estar en el pedestal de la intelectualidad y transmitir de algún modo que está viviendo en otro mundo. En las alturas del pensamiento donde la abstracción sofisticada es propia de espíritus elevados.

Como el de él.

Pero esa farsa dura poco y ya todos se avivaron, aunque siempre queda algún incauto.

Ohhh.

Qué dice este hombre, puede preguntarse alguno que lee esos textos escabrosos, enmarañados, difusos e inentendibles. 

No importa, porque no iba a eso y estoy traicionando la intención de este escrito que era de algún modo entreverarme para salir de lo simple, lo claro y lo entendible.

Y ensaladarme.

Por qué todo tiene que ser claro, previsible, entendible. Impecable en el desarrollo.

Comienzo. Desenlace. Final.

Hay que enmarañarse quizás cada tanto y dejarse empaquetar por lo difuso, lo desordenado, el caos y el desentendimiento.

Hace frío. 

Pero la puta, como puede ser que tanta gante se vaya de nuestro querido y hermoso país. Es que lo están destruyendo, ¿sin querer queriendo?

La boca se te haga a un lado, Juan. Diría mi abuela.

No te busques enemigos Juancito, me digo. Me recuerdo. Me imploro.

Es que creo en la incidencia positiva. En la asunción de la incomodidad para favorecer el buen rumbo que lleve a la construcción de la realidad positiva.

Pero quién carajo te crees que sos vos, pelagato.

Ah, no. Pelagatos no. Pero es que la gente se está yendo del país…

Callate Juancito.

Es que el rumbo es equivocado, ¿quién vota comunismo en Argentina? Es menos del 4 %, con lo cual la ciudadanía no quiere saber nada con los regímenes de fracaso, con los dictadores, con la destrucción de la república. Solo si un político quiere fracasar o es persuadido para que fracase debería ir por ahí y sacar chapa de eso. No conozco a nadie que haya votado al presidente que quiera que seamos Venezuela.

Callate.

Es que yo quiero que al presidente le vaya bien. Que nuestro querido país progrese y no sea un espanto para quienes quieren trabajar, producir y progresar. 

Hay que generar las condiciones para emprender, para vivir mejor, para nivelar para arriba.

No para abajo.

Callate Juancito. 

Es que yo quería… 

Cállate.





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