miércoles, 23 de junio de 2010

Ojos que Miran


Aquí, en este blog, debo reconocer. Es cierto. Que hay ojos que miran.

Lo observan todo, sin decir nada.

Silenciosos y expectantes, son siempre compañeros. Que se dejan llevar por las palabras, párrafos tras párrafos en búsqueda de sentido.

Muchas veces me pregunto cuánta gente leerá en silencio. Mira y se va.

Cuántos ojos persisten en el encuentro de estos escritos. Y se dejan llevar por el transcurrir de las palabras.

Sin decir nada.

Cada cierto tiempo algún amigo me comenta que vio o leyó alguno de estos escritos.

Es ahí cuando pienso por qué nunca dejó rastros. Y se permitió evadirse honrando la ausencia.

Pero ese silencio que por momentos se hace notable, es siempre una saludable compañía.

Como si fuera una novedosa forma de estar, que persiste inalterable.

Suficiente para incitar la escritura, porque conozco el carácter precario de las palabras y siempre creo en los ojos que me miran.
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lunes, 21 de junio de 2010

La Bondad



Sospecho, pienso, corroboro…

Me parece que la bondad en numerosos casos no logra manifestarse. Queda muchas veces ahí, en discursos.

Con frecuencia no llega a ascender a la realidad para expresarse.

De modo que circula entre palabras bonitas o intenciones plausibles.

De esas que uno disfruta escuchar, sería capaz de ponerse de pié. Mirar al resto de quienes contemplan y pedir ahí mismo un aplauso.

Pero las palabras bonitas ni las intenciones que merecen ser celebradas gozan de valor si persisten sin materializarse.

Sin emerger en las circunstancias que las evidencien en los hechos.

Así que la bondad permanece danzante entre propósitos loables. Como si fuera una insinuación que se caracteriza por cierta reticencia para desplegarse.

En ciertos casos, claro.

Está bueno, pienso, que la energía de la bondad emerja al menos en palabras. Para facilitar un pensamiento dominante que sustente una sana filosofía.

Un conjunto de ideas poderosas y convincentes que lleven a adoptar la ideología. Para incidir luego en comportamientos que permitan revelarla.

Sin que muchos se den cuenta.

Confío en el día en que las palabras adquieran un status que las enaltezca. Trasciendan la verborragia que las anuncia.

Y se vislumbren en la realidad.
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domingo, 20 de junio de 2010

Ser Padre Hoy


Los padres cumplen un rol central en la educación de sus hijos. Aunque no son sus únicos educadores. Los ámbitos en que participan los niños se vuelven también espacios que inciden en su formación y constitución como individuos.

Nadie dudaría la importancia que ejerce la escuela en la asunción de los valores de los chicos. Pero tampoco debe olvidarse el rol relevante que las nuevas tecnologías desempeñan en este sentido.

Las posibilidades que aporta por ejemplo Internet pueden resultar beneficiosas para la educación de los chicos. Quienes acceden a estas alternativas y las utilizan adecuadamente, reciben el impacto positivo que las tecnologías de estos tiempos pueden ofrecernos.

Algo similar ocurre con los medios gráficos, radiales o televisivos. Los niños son partícipes de ellos y reciben los beneficios que puedan aportarles cientos de voces que circulan por estos canales. Es ahí donde los padres deben orientar, para que los contenidos a los que se exponen los niños sean beneficiosos y contribuyan a formarlos con sanos valores.

Las nuevas realidades exigen la asunción de un rol protagónico de los padres. Conocer los nuevos ámbitos en los que participan sus niños es una necesidad de estos días.

Pareciera que orientar, facilitar e incentivar caminos saludables es la función que deben desplegar los padres. Quizás por eso ser padre hoy no pareciera distinto a lo que fue ser padre siempre.

Estar de la forma que cada uno puede con sus niños. Y entregarles lo más valioso que tienen para darles… El amor.

Acompañándolos siempre, en su propio camino.

Me permito pensar que de eso se trata.
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*Columna escrita para El Diario de Pringles.

Feliz día a todos los padres. En especial al mío, gran compañero de la vida, que suele ser protagonista de mis confesiones:

El Diez

La Casa de Pablo



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domingo, 13 de junio de 2010

Vuelvo

Hacía mucho que no compartía un video. Les dejo este que me gusta...




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lunes, 7 de junio de 2010

Autoentrevista



Es de noche, las 0.45 horas para ser más exacto. Son los primeros minutos del Día del Periodista y lo celebro con una autoentrevista.

¿Por qué?
Creo que me resultaría divertido. Además podría ser una instancia de agradable reflexión.

Y qué es lo que querés decir?
No sé, preguntame.

Qué opinás de la escritura?
Para mí es la oportunidad de descubrirme, encontrar lo mejor de mí y ofrecércelo a los demás. Creo en la simpleza de la cotidianeidad para entender el comportamiento humano. Si uno se escabulle en las circunstancias es posible que pueda hacerle piedra libre al hombre.

Y qué pasa con eso?
Pienso que más entendimiento es más efectividad. Consecuentemente se facilita el bienestar. Pero no hay que olvidar que en esta escritura hay siempre una instancia literaria que debe ser celebrada. Yo juego a escribir con la pretensión de vivir la literatura. Y la ilusión de que otros jueguen a leer.

Pero vos decís que también escribís para liberar tensiones.
Serían como perturbaciones o inquietudes que molestan. Empiezan a merodear, a hacer sentir su presencia. Hasta que en cierto momento procuro atraparlas y estamparlas como párrafos en un escrito. Aunque a veces se escabullen y me sacan la lengua. Pero al tiempo vuelven a invitarme a agarrarlas.

Para quién escribís?
A veces pienso que es para alguien en particular. Que es para los demás. Pero sospecho que en verdad es para mí.

Para vos?
En parte, últimamente me descubro leyendo cosas que escribí. Quizás exteriormente me veo en el espejo y cuando quiero verme interiormente me zambullo en mis escritos.

Esto tendría que ver algo con el ego?
No entiendo por qué se habla tanto del ego. Es sólo un problema que tiene la persona que no está cómoda con quién es.

Cuál sería el mensaje de los escritos?
No pienso que haya un único mensaje. Creo en la simpleza y me parece vislumbrar una vida llena de ornamentos. A mayor precariedad del ser, mayor necesidad de ornamentos. No creo en el valor de la complejidad en la escritura. El valor está en compartir la inquietud, no en aportar a la confusión.

Es una mirada
Claro, son opiniones desde mi punto de vista.

Te lo digo porque yo creo en la complejidad.
No hay ningún problema, siempre celebro la riqueza de los desacuerdos.

No vamos a pelearnos a esta altura de la entrevista.
No habría motivos.

A veces parecés algo infantil
Yo no tengo la culpa de que muchos grandes no jueguen.

Me hacés acordar a una de tus frases…
El problema es que el mundo es de los grandes, en vez de ser de los chicos.

Qué repercusión tenés de lo que escribís?
Generalmente algunos pocos amigos me hacen algún comentario de algo que leyeron. Pero como saben que no me gusta explicar los escritos, son sólo disparadores de otras conversaciones. Porque el escrito dice lo que dice, y el lector lee lo que lee.

Qué pensás de tus escritos?
A veces tengo la ilusión de que puedan servirle a alguien, que puedan hacerle bien. También tengo la ilusión de que puedan ejercer una suerte de influencia sana y positiva, que facilite el bienestar. Ojalá así sea.

Es el día del periodista, quisieras hacer algún comentario?
Creo en los periodistas que honran el oficio con ética y bondad. Y en aquellos que se hacen cargo de sí mismos.

Antes de terminar, quisiera preguntarte por qué escribiste algunos escritos sobre mediocridad. Estabas enojado?
No, correspondía a esto que te comentaba de liberar tensiones. No hay que buscar la explicación última de cualquier atisbo literario. Cierta incomprensión razonable favorece el arte para celebrar la literatura.

Pero qué es en síntesis la mediocridad para vos?
Somnolencia.

Podrías decir algo más al respecto?
Respirar.

Agregarías algo más?
Imposibilidad de hacerse cargo de quien realmente uno es.

Nunca te voy a poder atrapar?
No sé.

Esperá…
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jueves, 3 de junio de 2010

El Mal Día




Hoy vino un mal día.

Se presentó de repente. Me miró de frente y me tomó del brazo.

Fue una acción espontánea, inesperada. De improviso el mal día se me puso de frente.

Se me presentó, por voluntad propia. Claro.

Yo estaba desprevenido, contento diría. Había sol, aire puro y una buena noticia por delante.

Pero todo fue en vano. Porque cuando menos lo esperaba apareció el mal día. Se puso muy firme y lo que era una mera insinuación, fue cobrando valor con el transcurrir de los minutos hasta que logró envalentonarse y se agigantó.

No fueron pocas las circunstancias. Podría mencionar tres, cuatro, cinco…

Podría enumerar tal vez más. Pero no quiero rememorar la presencia maligna de este día que vino provocarme. A tomarme del brazo y cachetearme a cada momento.

Debí haberme enojado, haber propinado unos buenos insultos, haber lanzado los puños al aire…

Alguna patada voladora.

Pero sólo dejé pasar el tiempo, corroborando la destreza que manifestaba el despropósito, con habilitad inusitada.
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Opté por un refunfuñar silencioso y cierta incomodidad interna que expresaba el malestar.

Mientras el día hacía de las suyas, y yo persistía.

De pié.

Ahora estoy más calmo. Diría que me encuentro erguido y bien podrían ver ustedes mi sonrisa.

Son las 0.45 y me permito sospechar, por esta música que escucho y este silencio compañero, que la visita…

La visita se ha ido.
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