viernes, 28 de julio de 2023

A ver si nos entendemos…

A ver si nos entendemos. A ver…


Acá Juancito hay que saber jugar las cartas, entendés. Podés pavear, consumirte en el trabajo, hacer equilibrio entre los mundos o hacer lo que se te antoja, pero no te olvides Juancito que hay que saber jugar las cartas.


Y todos estamos en el mismo juego.


No te distraigas Juancito, no te distraigas. Yo sé por qué te lo digo.


¿Sabés por qué te lo digo?, Juancito.


Simple y al pie, Juancito. Yo te digo y sé por qué te lo digo, así clarito, sencillo, sin volteretas. Te lo digo con elocuencia, Juancito, sin camuflajes y quizás con crueldad, pero es por tu bien Juancito, uno tiene que hacerse fuerte y ser capaz de mirar la verdad de frente.


Es así, Juancito. No la complejicemos.


La vida es un suspiro, es un abrir y cerrar de ojos. Cuando menos lo esperás te fuiste por el fuore.


¿Qué fuore?


Siamo fuore.


No sé Juancito, te fuiste. Pum, ya está, terminó. Así nomás te lo digo Juancito a ver si te avivás, a ver si te despertás.


Despabílate de una vez.


Por el Fuore, sanseacabó, hermanito. 


Finish.


Game over, listo. Punto. Terminó.


Fin.


Por eso te digo, a ver si nos entendemos. A ver...


Y ojo Juancito que no niego la fe pero te hablo de lo terrenal. Ese es otro capítulo y acá me quedo, no me voy a entrometer en esos delicados vericuetos. Solo decir que el hombre de fe asume una posición inteligente, en el sentido de que en la instancia crucial tiene de qué agarrarse gracias al optimismo. Además tener fe es una bendición porque reconforta el espíritu.


Pero no iba por ahí, Juancito. Solo quería ir al grano, decirte la posta sin enredos.


No es que me la sepa todas, Juancito, pero la verdad aunque nos hagamos los distraídos se ve con elocuencia.


Solo la mentira requiere la patraña del escondite, la verdad siempre está ahí.


Frente a nuestros ojos.


Por eso te digo Juancito, acá hay un tiempo para prepararte para vivir y otro para prepararse para morir. Se entremezclan, claro, pero hay que avanzar en las dos perspectivas viviendo. No vaya a ser que te pierdas la vida en pos del entendimiento.


No es por ahí Juancito.


Un poco avivarse está bien y es muy necesario, pero excederse es mal negocio, porque la vida se atrapa viviendo, no explicándola. 


Un poquito o algo más, digo Juancito. De la abstracción te hablo, esa elucidación que te permite clarificar, proyectar y ver más allá de lo evidente para resolver vericuetos de la existencia. elegir la evolución del ser y construir la vida.


Ahí nomás, Juancito. No caigas en la trampa.


Andá a jugar a la pelota de una buena vez.


La profundidad está en la existencia no en la abstracción. Vivir es atrapar la existencia y eso se hace en la experiencia, no en la elucubración. 


A ver si me explico, uno nace de repente, crece de inmediato, deja de ser niño, adolescente y amaga para ser adulto.


De repente le nacen los bigotes y perfila para ser un señor.


Luego se te viene encima la vejez, la enfermedad y la muerte, Juancito.


Disculpame que te lo diga sin medias tintas, pero es así. Si todo va bien, porque también cuajquier cosa se puede precipitar.


La suerte esencial de la existencia está hechada para todos, qué le vas a hacer, Juancito. Podés salir a correr para lucharla un poco como los cuarentones, pero las piernas años más años menos empiezan a ceder. 


Te miento si querés pero mejor es mirar la verdad de frente.


Hacete hombre, Juancito.


Acá te digo, y no la hago mas larga Juancito, acá se trata de vivir y llegar a ser para contribuir a dignificar la existencia.


No importa la notoriedad y mucho menos la fama, importa ser y desplegarse. De eso se trata Juancito.


No estanos para respirar, estamos para ser y darlo todo. Para jugarnos por quienes somos.


Y te digo algo más Juancito, hay que vivir mucho para atrapar la vida, porque como te digo Juancito, como te digo porque que no vengo a aguarte la fiesta. 


Vengo a hablarte como un hombre. Hacete macho de una vez querido.


La vejez, la enfermedad y la muerte siempre están al acecho y en cuajquier momento nos pueden venir a buscar. 


Hagamos nuestra parte Juancito para favorecer la posibilidad de mantenernos a salvo, y demorar la decadencia pero acá Juancito la cosa se trata de vivir antes de que se termine el tiempo.


Por eso Juancito viví cada día. Cada minuto.


Y cada segundo.





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miércoles, 19 de julio de 2023

Darlo todo


Hoy traigo para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero un mensaje sano y positivo que incita cursos de acción convenientes para la persona y para los demás.


A veces me inquieto por cierta disposición a una suerte de prédica, y me alerto antes de iniciarla para quedarme recluido en la filosofía de la inspiración que posibilita la escritura y no dar un paso de más iniciándome como pastor.


Aunque el riesgo siempre está al acecho.


Pero predicar no es lo mío.


Y por ese motivo estoy atento, como soltando con sigilo las riendas de un caballo que quiere salir disparado y solo debo permitirle trotar.


Trotar por el buen sendero, que es desde la perspectiva asumida, el que habilita la reflexión ajena sin señalar indicaciones.


Con lo cual el despabilamiento definitivo o cualquier atisbo del mismo, si lo hubiera, es pura responsabilidad del lector.


🤔


Algo así digo, como para confesar algo genuino, auténtico, cruelmente verdadero.


Darlo todo es una posibilidad cercana que no toda la gente asume.


Y si bien acá nadie va a decir lo que hay que hacer, solo vamos a problematizar el asunto para incentivar la propia decisión y que cada persona resuelva su ser y su destino.


En las antípodas de darlo todo está el ser pijotero, esas personas que eligen ser mezquinas hasta lo miserable, y creen obtener beneficio cuanto menos dan, y si fuera posible, no dando absolutamente nada.


Convencidos erróneamente de que el dinero tiene más valor de lo que el dinero puede comprar.


Esto en el plano material, que claramente no es el más importante pero sin dudas es muy relevante.


Y bastante importante.


No tanto cómo esta cuestión observada en el plano humano, por decirle de algún modo.


Que es más importante.


Mucho más importante.


Se trata de las personas que en vez de darlo todo van a medias, eligiendo consciente o inconscientemente la mediocridad y brindando culto de ella en su accionar cotidiano.


Pasa muy a menudo y se lo percibe con bastante facilidad.


De esa filosofía son los empleados quejosos que en vez de asumir un desempeño destacable dándolo todo, obran con dejadez o toda la ineficiencia posible, creyendo que en esa actitud nefasta hacen un buen negocio estafando a quien les pega el sueldo y a los clientes que sufren su accionar.


Ese tipo de perdedores por elección están por todas partes, sobre todo en la Argentina, porque el contexto normativo favorece esos comportamientos en vez de erradicarlos de raíz como sucede en los países desarrollados.


Pero no me interesaba adentrarme en ese ejemplo.


Otro mucho peor es el de las personas que quedaron embaucadas en esas lógicas que son la antítesis de darlo todo y terminan sobrellevando vidas pequeñas e intrascendentes.


Totalmente olvidables.


Eligen ir a menos en vez de ir a más, y con esa filosofía denigran sus posibilidades y mezquinan su contribución al mundo.


Yo siempre aliento y admiro a los que van a más, y no en el sentido material, que no es de ninguna manera el más importante.


Si no en el sentido del ser.


Quienes van siempre a más, son los que están comprometidos a darlo todo, y se despliegan en las más disímiles de las circunstancias dignificando la vida.


Representando las virtudes del ser humano.


No importa en qué rol se desempeñen porque todas las funciones son un relevantes. Y lo que cuenta es que con esa actitud se destacan, dignifican el ser y honran la existencia.


En síntesis, hacen que el mundo sea mejor.





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jueves, 6 de julio de 2023

La vida que se termina…

Puede ser que uno se deje tentar por cierto bajón que lo invita al pesimismo. Y puede ser también que esa línea lejos de ser negativa habilite la reflexión inteligente para sacarle más provecho al tiempo y la vida.

Todo puede ser en la viña del señor.

Entonces, si la vida se termina nadie sabe cuándo, debido a que fracasan los intentos razonables y plausibles de derrotar la muerte y el envejecimiento, ¿qué hacemos?

La pregunta ilumina tal vez cursos de acción que cada uno deberá desentrañar para encausar su vida.

Decir por ejemplo, es para allá, sería una intromisión abusiva e inconveniente, porque para alguien puede ser para allá y para otra persona puede ser para el otro lado.

A pesar de que quizás el público masivo puede sentir la tentación de exigir una respuesta precisa y certera que indique sin mayores trámites para dónde carajo es.

Pero nadie esencialmente lo sabe, esa es la verdad última de la milanesa.

Que no lo sabe ni siquiera el que cree que lo sabe.

A uno le pueden hacer sentir que es para tal lado y uno puede creérselo por la fuerza de la convicción o persuasión del parlanchín de turno, que puede señalar con el mejor de los espíritus y voluntades.

Pero detrás de esa convicción no hay una certeza infalible que valide la indicación.

Hay en el mejor de los casos una buena intención de alguien auténticamente honesto que está convencido de cuál es el camino.

Así que por más entidad que tenga el susodicho, la responsabilidad última y cierta de saber para dónde es recae en cada una de las personas y es propia de la singularidad que la constituye.

Digo que cada uno debe darse cuenta y decidir.

Puede escuchar a todos, fijarse para dónde va uno u otro, preguntar sobre la fundamentación que guía los cursos de vida ajenos, etc.

Pero para dónde hay que ir, solo puede descubrirlo interiormente cada uno, en su motivación intima y en la validación o desacreditación de las decisiones y acciones que tome, estando atento a las respuestas que la realidad en su accionar le ofrece.

Diciendo de alguna manera, siga por ahí que va bien, o fíjese que por ahí no es.

Doble a la izquierda o a la derecha.

No insista, por ahí no.

¿No ve que no?

En fin, en lo personal creo que hay que ir para el lado del despliegue del ser, participando de las circunstancias que le permitan desenvolverse o creándolas si no las encuentra.

Y pienso también que ese despliegue debe ser siempre guiado por la voluntad de contribución, para dignificar nuestra existencia y hacer que valga la pena haber vivido.

Para mí es por ahí.

Para vos, ¿por dónde es?






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