jueves, 6 de julio de 2023

La vida que se termina…

Puede ser que uno se deje tentar por cierto bajón que lo invita al pesimismo. Y puede ser también que esa línea lejos de ser negativa habilite la reflexión inteligente para sacarle más provecho al tiempo y la vida.

Todo puede ser en la viña del señor.

Entonces, si la vida se termina nadie sabe cuándo, debido a que fracasan los intentos razonables y plausibles de derrotar la muerte y el envejecimiento, ¿qué hacemos?

La pregunta ilumina tal vez cursos de acción que cada uno deberá desentrañar para encausar su vida.

Decir por ejemplo, es para allá, sería una intromisión abusiva e inconveniente, porque para alguien puede ser para allá y para otra persona puede ser para el otro lado.

A pesar de que quizás el público masivo puede sentir la tentación de exigir una respuesta precisa y certera que indique sin mayores trámites para dónde carajo es.

Pero nadie esencialmente lo sabe, esa es la verdad última de la milanesa.

Que no lo sabe ni siquiera el que cree que lo sabe.

A uno le pueden hacer sentir que es para tal lado y uno puede creérselo por la fuerza de la convicción o persuasión del parlanchín de turno, que puede señalar con el mejor de los espíritus y voluntades.

Pero detrás de esa convicción no hay una certeza infalible que valide la indicación.

Hay en el mejor de los casos una buena intención de alguien auténticamente honesto que está convencido de cuál es el camino.

Así que por más entidad que tenga el susodicho, la responsabilidad última y cierta de saber para dónde es recae en cada una de las personas y es propia de la singularidad que la constituye.

Digo que cada uno debe darse cuenta y decidir.

Puede escuchar a todos, fijarse para dónde va uno u otro, preguntar sobre la fundamentación que guía los cursos de vida ajenos, etc.

Pero para dónde hay que ir, solo puede descubrirlo interiormente cada uno, en su motivación intima y en la validación o desacreditación de las decisiones y acciones que tome, estando atento a las respuestas que la realidad en su accionar le ofrece.

Diciendo de alguna manera, siga por ahí que va bien, o fíjese que por ahí no es.

Doble a la izquierda o a la derecha.

No insista, por ahí no.

¿No ve que no?

En fin, en lo personal creo que hay que ir para el lado del despliegue del ser, participando de las circunstancias que le permitan desenvolverse o creándolas si no las encuentra.

Y pienso también que ese despliegue debe ser siempre guiado por la voluntad de contribución, para dignificar nuestra existencia y hacer que valga la pena haber vivido.

Para mí es por ahí.

Para vos, ¿por dónde es?



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