domingo, 22 de febrero de 2009

Mundos Perfectos


El mundo va a ser perfecto cuando todos andemos saltando de alegría.

Tengamos una nariz de payaso que llevemos con orgullo con frecuencia.

Nos crucemos con gente que va por las veredas haciendo la vertical.

Otros que chiflan. Algunos que hacen palmas.

Pla... pla, pla, pla, pla, pla, plá. Pla… pla, pla, pla, pla, pla, plá.

En las calles varios llevan caretas estridentes.

Y los automovilistas te hacen gestitos de idea.

Las bocinas son sólo festivas. Las sonrisas recurrentes.

En varias esquinas la gente muere de carcajadas. Pero resucitan si quieren.

El cielo está despejado. Los barriletes siempre remontan.

Siempre.

Todos, todos, comen helados. Pasteles, churros, tortas, golosinas…

Nadie engorda si no quiere.

Nunca te descubren cuando jugas al ring raje. Se juntan las cinco payanas y jamás se pisa línea.

Nunca.

Cada persona tiene un lugar. Un aplauso y muchos besos.

Lo de los kioscos está bueno, cambian chocolates por chistes.

Y los corazones explotan de alegría.

Pum!



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martes, 3 de febrero de 2009

Parlanchines


- El cuerpo habla –me dijo mientras lo escuchaba con atención.

- Habla, Juan. Habla –insistió.

Sabía que lo escuchaba. Después de todo yo estaba para conversar. Con el propósito de intercambiar palabras para construir realidades.

Nada raro, lo de siempre.

Sentados frente a frente, hablamos…

Estaba compenetrado y se mostraba comprometido con la idea. Mis silencios permitían sostener sus palabras. Que articulaban frases razonables, que luego se convertían en párrafos interesantes y concluían en conceptos que se insinuaban efectivos.

Absolutos, diría, si estuviera efusivo. Pero estoy moderado últimamente. Así que los conceptos se insinuaban efectivos.

Ufa.

Los dos estábamos sentados en una oficina repleta de libros en algún lugar de Buenos Aires.

Primer mate muy rico. Segundo y tercero también.

Unos breves chistes contribuyeron a generar un agradable clima.

-Habla? –pensaba. Mientras seguíamos conversando.

Bajamos la escalera. Lo despedí con un abrazo y me fui escuchando mi cuerpo.



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