sábado, 8 de abril de 2017

La confianza de Pirulo


Nadie como mi amigo que llamaré Pirulo como para vivir inmerso en la filosofía de la confianza y recibir las consecuencias de su elección.

Digo Pirulo, porque si digo Mariano Almeida, Josecito Alvarez Bolaño, o Ricardo Esmerildo Gutiérrez, ocurre que pueden ofenderse. Detenerse frente al texto y enmarañarse en un enojo a mi juicio infundado por haber de algún modo afectado su imagen ante los ojos del público masivo.

Claro que es una exageración. Porque por tres o cuatro gatos locos que leen estas obras, no pueden andar rifando su buena reputación.

Pero bueno, los respeto y por eso los camuflo con nombres ficticios. Como una manera de salvarlos y protegerlos ante la mirada ajena, que evidentemente debe tener relevancia en sus vidas.

Quién sabe.

Suposiciones, si las hay.

Decía que mi amigo Pirulo eligió pronto de chico asumir con convicción y de manera innegociable la filosofía de la confianza. Embaucado en esa filosofía se las ha tenido que ver con el mundo.

Disfrutando las cosas buenas y sufriendo las cosas malas.

Entre lo bueno creo que está la posibilidad de ampliar su mundo, expandirlo a fuerza del optimismo a veces negador y disfrutarlo finalmente cuando a pesar de engaños o tropiezos la realidad le retribuye.

Lo negativo es que a Pirulo lo vapulean y engañan como a los chicos. No paran de estafarlo y joderlo hasta en las cosas más nimias.

Siempre me cuenta Pirulo algunas situaciones sin hacer mayores espamentos y siempre me sorprendo al escucharlas. O peor aún al enterarme sin que me cuente  que otra vez lo han engañado o tratado como se trata a un…

Lo que más me sorprende a mí es que no se declare en rebeldía y mande a todos a la mierda. O bien, sea más moderado y rectifique su filosofía para resguardarse de algún modo y que no le roben siempre los caramelos como a los niños.

Por usar alguna metáfora.

Pero es cierto que las creencias que asumimos como las filosofías que honramos suelen ser muy difíciles de remover o reajustar. Sobre todo si en vez de creer en la virtud de la flexibilidad que aporta la inteligencia se honra el prejuicio y se remata con la peor de las convicciones.

Yo soy así.

Obvio que la gente se aferra a lo que es porque resulta de algún modo su territorio seguro. Sabe los precios y los beneficios. Y no tiene que tomarse el trabajo de repensarse, asumir la incertidumbre que significa cambiar y honrar el cambio que le deparará otras circunstancias, otros perjuicios pero también otras posibilidades.

En cualquier caso si Pirulo no cambia es porque elige ser así. Conoce su filosofía y decide honrarla.

Por eso si algo deberíamos hacer, es dejarlo tranquilo.

Desde afuera solo uno puede ver cómo sufre los engaños, los empaquetamientos que emergen en una sociedad cada vez más degradada en valores y los precios que le significan convivir con la mentira.

Y uno lo observa porque quizás le interesa reflexionar y aprender del otro. Aunque tal vez porque cierto espíritu chusma que opera desde las profundidades de su ser lo incita a mirarlo todo.

Vaya uno a saber.





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