martes, 12 de febrero de 2008

Hombre al Agua


El lugar de la cornisa es un problema. Uno anda como un equilibrista por la vida.

¿Qué hace?

No se lanza.

¿No se lanza?

No. Se sostiene en el mismo lugar. Aunque vengan vientos y avance la marea. Se aferra con vocación como quien se adhiere a la certeza.

La cornisa es el punto equidistante de un lado y del otro. Un lugar que parece preservar el grado máximo de libertad.

Lanzarse a un lado trae sus beneficios y sus problemas.

Lanzarse al otro lado supone la misma suerte.

La diferencia con sostenerse en la cornisa es que mantiene sus beneficios y sus problemas. Aunque atente contra expectativas o promesas de un mundo mejor.

El inconveniente de permanecer en la cornisa es que puede llenarse de ruidos que primero perturben, luego provoquen y finalmente inviten a desistir. Saltar de una vez. A pesar de todo.

Vamos. Vamos…

Lo mismo me pasa con la pileta. Hay sol, hace calor. Empiezo a sentirme molesto en el borde. Me acerco al agua que promete refrescarme. Pero se insinúa demasiado fría.

Saltar. Saltar. Saltar Juan Manuel…

Otra vez volver a la sombra. Resistir el calor. Pensar en levantarme, acercarme a la pileta y zambullirme.

Pienso en quedarme o ir.

Pienso. Pienso. Pienso.

Uno, dos, tres…

Plum




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