martes, 28 de junio de 2011

Emocionalidad Negativa


El malestar surgió de repente. Por algo será, diré ahora. Me quedaré pensando. Mascullando.

Fue claro. Llegó un momento. Un instante.

Donde de repente la emocionalidad se impuso.

Sin que haga nada.

De modo que la verdad es la realidad. Y la emocionalidad se impuso, le guste a quien le guste y le pese a quién le pese.

Maniatado, resistía.

Sabía, claro. No sólo suponía.

Sabía.

De dónde provenían las causas que fundamentaban el malestar.

Aunque es posible que no las visualizara con precisión, en detalle. Que no pudiera puntualizarlas en orden de jerarquía. Para determinar cuál de las distintas causalidades tenían mayor preponderancia en la gestación y posterior instalación de la emocionalidad.

De modo que resistí.

Repasé el pasado. El presente. El futuro.

Observando, resistí.

Bajo protesta, me sostuve. Sin sonrisas, con carencias, pero sobrellevando.

Construí explicaciones benevolentes para la salvación definitiva.

Di dos o tres vueltas en la almohada.

Y me dormí.
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domingo, 26 de junio de 2011

La Agresión


La agresión no vive en mí. Sólo que a veces viene a buscarme y se expresa.

No es agresión física. Claro que no.

Es discursiva.

Palabras que irrumpen de repente y que revoleo como cachetadas.

No van dirigidas a nadie en especial. A una persona con nombre y apellido.

Vienen, las tomo y las lanzo.

Sobre el rostro del otro.

Aunque en verdad no son palabras. Son ideas, que se expresan en palabras, oraciones y párrafos.

Que en determinado momento se cuelan en uno de mis escritos, hasta que pueden visualizarse. Porque revelan su elocuencia aunque uno siga leyendo otra cosa.

Si se observa con atención tarde o temprano puede advertirlo. Caso contrario pasa uno desprevenido sin haber advertido nada. Salvo una pequeña incomodidad que de repente molestó como esa piedrita que nunca se encontró en el zapato.

Me pregunto de dónde vendrán esos atisbos de violencia que de alguna manera trascienden.

No le voy a echar la culpa a los malos que se cruzan por la vida. Y sin querer los observo.

Pero sus comportamientos indebidos y dañinos deben tener que ver con mi afección. Son incidentes para provocar esas dos o tres palabras de guapo, que a veces aparecen. Vienen a buscarme.

Y yo las escribo.
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viernes, 17 de junio de 2011

La Mujer de al Lado


La mujer hablaba por demás y yo la escuchaba por de menos. Aunque no sé si se puede decir por de menos. Igual permítanme esta transgresión. Merecida trasgresión que describe la situación en la que me encontraba inmerso en forma involuntaria.

Porque la mujer se apresuró a sentarse a mi lado. En verdad se desparramó sobre la silla exhausta. Revoleando la cartera en la butaca de al lado. Como liberándose de un peso que en verdad la excedía.

Mientras yo miraba como un testigo obligado a participar en la circunstancia. Que sólo advertía la situación espontánea que la realidad presentaba.

Porque en verdad sólo había ido a un café filosófico. Para ver qué se habla en esas circunstancias. Si me despabilo un poco para procurar entendimiento.

Porque siempre estoy dispuesto a participar de espacios de avivamiento.

Pero ya saben cómo me recibió la realidad. Con esta mujer que se instaló y empezó a abrumarme.

Yo no quería escuchar pero escuchaba. Yo no quería hablar pero hablaba. Maldita educación que me tiene alienado frente al deseo que me invitaba a liberarme.

A escaparme de alguna manera de esa mujer decidida a apresarme. Que sabía cómo eran las cosas. Podía ponerle punto y coma a la realidad. Juzgar la calidad del espacio sin haberlo transitado. Imponer las verdades definitivas.

Irrevocables.

Todo ocurrió hasta que la charla por fin comenzó.

Luego…

El alivio de participar en un ámbito de intercambio.
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jueves, 16 de junio de 2011

Ensayo de la Mala Discusión


La cosa se está poniendo pesada. Pienso y me permito escribir.

Es que unos se enojan con el pensamiento del otro. Cuando piensa distinto.

Ahí empieza el tormento.

Una vocación entusiasta por endiablarlo primero y aniquilarlo después.

Las palabras van, vienen y vuelven en la misma dirección. Directo al que piensa distinto.

El blanco.

No importa lo que dice, que esté desapegado a un armamento que le sirva como escudo. Que no pueda defenderse ni un poquito ante la calamidad. El despropósito de quienes le pegan al que tiene anteojos. A quien no le permiten defenderse.

Feo. Inmoral.

Protesto.

Pero así empiezan los dichos y entre dichos, las tergiversaciones bien fundadas. Con la intención de persuadir que la persona es diabólica, está repleta de maleficios y constituye un serio riesgo para el bienestar de los argentinos.

Las trompadas verbales van y vienen hasta que dejan de golpear. Mientras la mayoría observamos en silencio. Como testigos enmudecidos de una realidad que se presenta.

No cambia mucho después de la escena. Porque el otro. El otro, para mí…

Sigue pensando distinto.

Y nosotros no somos tan ingenuos.
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miércoles, 15 de junio de 2011

La Chusma


Me han llamado la atención ciertas lógicas que se apoderan de algunas personas. Que luego las inmiscuye en preguntas e indagaciones improcedentes.

De repente la persona se encuentra subsumida en un extraño propósito. Es como si cierta energía la arrebatara para exigirle su cometido. El entendimiento, la claridad o el descubrimiento del otro.

La persona abre la boca entonces con predisposición y entusiasmo.

Pregunta.

Advierte suposiciones, respuestas…

Insiste.

Mientras uno a veces piensa qué hay detrás de su propósito. Y supone que detrás de la entusiasta inquisición hay una falta de vida.

Pero no dice nada, por supuesto. Apenas resiste la embestida de las preguntas persistentes, que han llegado hasta aquí para abordarlo. Ponerlo frente a la pared y escrutarlo.

Suelo percibir que los más astutos de esta estirpe se desalientan pronto. Pero otros, los más brutos y chismosos, redoblan la persistencia.

Entonces uno procura escaparse como sea. Mientras el otro busca aprisionarlo.

Definirlo, quizás para quedarse tranquilo. O decirle a la vecina. Contarle vaya a saber a quién semejantes insignificancias.

Quizás es porque han elegido una vida esperable y definitiva. Y los inquieta la posibilidad de elección de alguien que escapa a lo que les pertenece. A su verdad relevante y elocuente.

No sé.

Me resulta extraño observar personas que ven la vida con puntos y comas. Con párrafos clarividentes, sucesivos y previsibles.

Como si una cosa debiera seguir a la otra. Y las posibilidades del existir fueran preestablecidas.

Absolutas.

Me aburro de sólo pensarlo. Me canso de sólo escribirlo.

Pero contemplo sin ánimo de indagar. Para evadirme de esta inquietud que hoy me convoca.

Será que creo en la innovación, la creatividad y la libertad para crear la vida.

Aunque respeto por supuesto las vidas previsibles y definitivas.

Me pregunto si esas vidas habrán sido orquestadas desde la propia mirada. O desde la mirada de los demás.

Pero no me inquieto mucho más que eso.
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miércoles, 8 de junio de 2011

La Suposición


La suposición puede tener dos vertientes.

La positiva, que es la deseada. La que se disfruta.

La negativa, que es perversa.

Una muestra el sol despejado. Las mariposas que revolotean en el jardín.

La otra aniquila el alma.

A mí me ha pasado transitar por las dos. Renacer en la ilusión y sucumbir en la tristeza.

Ocurre que a veces la suposición es superada por la verdad. Es en ese momento, en ese preciso instante, que transmuta en certeza.

La intuición, las palabras, las circunstancias, operan como transfondo para sostener la suposición.

Pero cae como una hoja suspendida en el viento.

Siempre es cuestión de tiempo.
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jueves, 2 de junio de 2011

Mi punto de partida


V
engo a la escritura como una posibilidad de observar, indagar, descubrir o esclarecer. Tal vez lo que motiva es la búsqueda más que el encuentro. La expectativa del hallazgo y el anhelo del descubrimiento.

Como un explorador, busco. Y a veces encuentro.

Otras veces deambulo, recorro la zona, ando en rodeos. Vuelvo a casa porque hace frío.

Salgo al día siguiente cuando aparece el sol.

O me quedo en casa, viendo televisión. Trabajando. O con los juguetes.

No podría ahora precisarlo. Es ese fluir espontáneo el que de alguna manera se impone. Despierta la idea para movilizar al cuerpo. Que luego asiste a distintas circunstancias.

Es cierto que no procuro asentar tesis. Entregar la síntesis impoluta, clarividente.

Aquella que ante los ojos de los demás develan elocuencia. Cierran la posibilidad de una observación diferente. Dejan un punto definitivo.

Apenas procuro movilizar la reflexión, como una posibilidad lúdica que tiene ciertas pretensiones.

Es por eso que me reconfortan algunas aproximaciones razonables, que me permiten querer seguir viviendo este juego.

Y procurar una nueva partida.

De modo que celebro que otro observe con atención, tome la posta y enriquezca mi mirada.

Los ojos del otro iluminan las oscuridades que mis ojos quizás no ven.

Y uno se enriquece cuando hay otro que también juega a entender.
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