martes, 27 de octubre de 2009

¿Para qué Escribo?


Pueden ser las nueve de la mañana, las cuatro de la tarde o las tres de la madrugada. Da igual.

A veces salto de la cama como un niño que busca los patines. Con la diferencia que me lanzo hasta la computadora para escribir las líneas del texto que formaba en el aire.

Suele ser un comienzo, un título o un párrafo. Pero el escrito que merodeaba en silencio y me perturbaba desde la cama me incentiva al salto que me instala unos minutos frente a la computadora.

¿Para qué escribo?

Es una pregunta que vuelve recurrentemente. Y aunque tenga respuestas diversas siempre rondan las mismas ideas.

Escribo porque creo en la escritura como una instancia de reflexión. Un espacio de entendimiento que facilita la elucidación. Un conjunto de verdades simples pero efectivas que ayudan a operar el mundo o crearlo a voluntad.

Por suerte la verdad siempre se escurre de las manos, lo cual garantiza el juego. Otra vez ideas que vuelan por los aires, se pasean por la cabecita e invitan a atraparla. Otra vez el salto y los dedos sobre el teclado. Para que tiempo después queden como un grito en una hoja en blanco.

En las últimas vacaciones decidí imprimir este blog. Anillarlo y llevarlo conmigo a destino.

Estaba al lado de la pileta cuando mi madre se acercó. Hacía un buen momento que estaba demasiado concentrado en el cuadernillo…

- Qué hacés, Juan.
- Leo.

Mi madre sabía que leía y yo también. Así que un breve segundo despejó la duda.

- Leo mi blog, dije antes de disponerme a ver su cara de descubrimiento.

Segundos después la vista volvió a su destino original. Mientras mi madre se alejaba para compartir la noticia con mi padre. Que a esa altura estaba tirado en una reposera a unos metros, con su jopo característico de verano, su gorra roja y sus lentes desalineados.

En realidad no es que lea, estudio.

Mis escritos suelen expresar mis aprendizajes. Por lo cual me permiten reflexionar sobre prometedores hallazgos, asumirlos, cuestionarlos o perfeccionarlos.

Escribo para descubrir, aprender y entender. Para ser siempre una influencia positiva.

Escribo para revelarme y hacerme cargo de la persona que quiero ser.

- Bien dicho.

Salgo siempre corriendo a buscar la verdad. Golpeo distintas puertas hasta que por fin una parece abrirse. Cuando paso, a veces no hay nada. Pero cierta vez, escucho música bajita. No tarda la ilusión en pensar que bailaré el tango.

Chan.

La verdad se ha ido otra vez.

De vuelta se queda la página en blanco.



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sábado, 24 de octubre de 2009

El Grito Sagrado



Comenzamos el programa El Grito Sagrado, que se emite los viernes de 12 a 13 horas en Radio Arinfo.


Tuve el placer de tener como invitados a Elba Torrado, conductora de Se Hace Camino al Andar y Leonardo Bugliani, director del Observatorio Cultural del Instituto Sabato y autor del libro “Super Ello, la biblia pagana”.

Creo que resultó un programa agradable, que transcurrió entre conversaciones que despertaron el interés de los oyentes.

Agradezco a los invitados, el personal de la radio, los amigos que me hicieron llegar sus mensajes y los oyentes que participaron durante el espacio o bien escucharon la emisión.

Los invito cada viernes a seguir el programa en vivo y a participar activamente.

El Grito Sagrado no se dice con la voz, se manifiesta con el alma...


Estas canciones compartimos en el primer programa:







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jueves, 22 de octubre de 2009

El Grito...



Le di la mano y me fui.

Abrí el ascensor y me encontré con una lluvia torrencial. Las gotas caían por todas partes y nos empapaban a todos los transeúntes del micro centro.

Era previsible que los papeles se mojen. Las dos o tres cuadras que me separaban del subte no podrían evitarlo.

Los papeles eran el contrato. El resultado de una charla cordial con Leandro, el director de la radio.

Bien supo él y Elba detenerme cuando terminó mi participación en el último programa en el que me habían invitado.

Aquella vez había sido hace un par de días. Elba por detrás y él por delante, abriendo la notebook para mostrarme los horarios disponibles. Yo permanecía parado en silencio mirando la pantalla de la computadora sin decir palabra.

No dije que sí, no dije que no.

- Lo veo, lo veo…

Pude advertir fácil que mis palabras generaban una suerte de desencanto e incomprensión.

- Lo voy a pensar, lo veo..

Maldita indefinición que se justifica en cierta reflexión que procura preservar la impecabilidad de los compromisos que asumo.

Bien lo supe hace años. Una cosa es levantar la mano, el tema es cuando hay que pasar al frente.

Pero las deudas hay que pagarlas con la acción. Y tenía que saldar la única deuda que me interesaba afrontar. La que tenía conmigo mismo.

Será un ciclo de seis programas.

- Juan, es el contrato más corto que firmé en mi vida.
- No te preocupes.

El martes le di la mano y me fui.

No sin antes sugerirle un mundo que podríamos crear y que excedía el programa. Podía verlo con claridad y también podía mostrárselo.

Interesante.

Agradezco a Elba por extender siempre su mano y propinarme un empujón. Y a Leandro por dejar que me tropiece dentro del mundillo de la radio.

Los viernes a las 12 horas se escuchará El Grito Sagrado.




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domingo, 11 de octubre de 2009

Manual de la Vida


Creo que hace tiempo anduve por la vida buscando un manual de instrucciones. Busqué, busqué, busqué…

Mentiría si dijese que terminó la exploración. Pero debo confesar que arribé hace mucho tiempo a un buen puerto.

Reconozco el carácter esquivo del manual por evidenciar su naturaleza.

Una condición de ausencia de verdad absoluta que delata su inexistencia.

Descubrí el juego hace unos años y gané tranquilidad. Lindo premio.

¿Por qué llegué a creer en la existencia del Manual de la Vida?

¿Qué me motivó a pensar que una obra así podría escribirse párrafo a párrafo hasta indicarnos un camino certero?

Tonto. Tonto. Tonto.

Debí advertirlo incluso muchos años antes. Los párrafos que provenían del exterior y llevaban algunas páginas eran producto de inseguridades de quienes necesitan reafirmarse en el otro.

Desglosados los párrafos se encontraba el resultado de siempre. La vulnerabilidad que evidencia un ser asustado incapaz de sostenerse por sus propios medios. Asumiendo sus verdades singulares.

Una suerte de precariedad del intelecto que procuraba la complicidad de la decisión.

Descubierto el juego, hay que reafirmar la salida. Gatear primero, caminar después, correr. Rápido, alejándose de la trampa.

Dejad entonces al otro tranquilo.

Ni trabajar, ni estudiar.

Ir hasta la plaza y levantar barriletes.

Vuela, vuela…

Escribir de una buena vez las líneas de tu manual.
.
Ahora sí.




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