Manual de la Vida
Creo que hace tiempo anduve por la vida buscando un manual de instrucciones. Busqué, busqué, busqué…
Mentiría si dijese que terminó la exploración. Pero debo confesar que arribé hace mucho tiempo a un buen puerto.
Reconozco el carácter esquivo del manual por evidenciar su naturaleza.
Una condición de ausencia de verdad absoluta que delata su inexistencia.
Descubrí el juego hace unos años y gané tranquilidad. Lindo premio.
¿Por qué llegué a creer en la existencia del Manual de la Vida?
¿Qué me motivó a pensar que una obra así podría escribirse párrafo a párrafo hasta indicarnos un camino certero?
Tonto. Tonto. Tonto.
Debí advertirlo incluso muchos años antes. Los párrafos que provenían del exterior y llevaban algunas páginas eran producto de inseguridades de quienes necesitan reafirmarse en el otro.
Desglosados los párrafos se encontraba el resultado de siempre. La vulnerabilidad que evidencia un ser asustado incapaz de sostenerse por sus propios medios. Asumiendo sus verdades singulares.
Una suerte de precariedad del intelecto que procuraba la complicidad de la decisión.
Descubierto el juego, hay que reafirmar la salida. Gatear primero, caminar después, correr. Rápido, alejándose de la trampa.
Dejad entonces al otro tranquilo.
Ni trabajar, ni estudiar.
Ir hasta la plaza y levantar barriletes.
Vuela, vuela…
Escribir de una buena vez las líneas de tu manual.
Mentiría si dijese que terminó la exploración. Pero debo confesar que arribé hace mucho tiempo a un buen puerto.
Reconozco el carácter esquivo del manual por evidenciar su naturaleza.
Una condición de ausencia de verdad absoluta que delata su inexistencia.
Descubrí el juego hace unos años y gané tranquilidad. Lindo premio.
¿Por qué llegué a creer en la existencia del Manual de la Vida?
¿Qué me motivó a pensar que una obra así podría escribirse párrafo a párrafo hasta indicarnos un camino certero?
Tonto. Tonto. Tonto.
Debí advertirlo incluso muchos años antes. Los párrafos que provenían del exterior y llevaban algunas páginas eran producto de inseguridades de quienes necesitan reafirmarse en el otro.
Desglosados los párrafos se encontraba el resultado de siempre. La vulnerabilidad que evidencia un ser asustado incapaz de sostenerse por sus propios medios. Asumiendo sus verdades singulares.
Una suerte de precariedad del intelecto que procuraba la complicidad de la decisión.
Descubierto el juego, hay que reafirmar la salida. Gatear primero, caminar después, correr. Rápido, alejándose de la trampa.
Dejad entonces al otro tranquilo.
Ni trabajar, ni estudiar.
Ir hasta la plaza y levantar barriletes.
Vuela, vuela…
Escribir de una buena vez las líneas de tu manual.
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Ahora sí.
Uno de los posteos que más me gustó Juan.
ResponderBorrarMuy bueno!
Abrazo
Gracias Germán! Es una alegría que leas el blog, por favor no desistas. Abrazo!! Juan
ResponderBorrarMuy buen post JuanMa!Sin dudas sos todo un maestro del saber vivir. Con todas las letras!
ResponderBorrarGracias amigo por tu generosidad de siempre. Un abrazo, Juan
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