viernes, 17 de junio de 2011

La Mujer de al Lado


La mujer hablaba por demás y yo la escuchaba por de menos. Aunque no sé si se puede decir por de menos. Igual permítanme esta transgresión. Merecida trasgresión que describe la situación en la que me encontraba inmerso en forma involuntaria.

Porque la mujer se apresuró a sentarse a mi lado. En verdad se desparramó sobre la silla exhausta. Revoleando la cartera en la butaca de al lado. Como liberándose de un peso que en verdad la excedía.

Mientras yo miraba como un testigo obligado a participar en la circunstancia. Que sólo advertía la situación espontánea que la realidad presentaba.

Porque en verdad sólo había ido a un café filosófico. Para ver qué se habla en esas circunstancias. Si me despabilo un poco para procurar entendimiento.

Porque siempre estoy dispuesto a participar de espacios de avivamiento.

Pero ya saben cómo me recibió la realidad. Con esta mujer que se instaló y empezó a abrumarme.

Yo no quería escuchar pero escuchaba. Yo no quería hablar pero hablaba. Maldita educación que me tiene alienado frente al deseo que me invitaba a liberarme.

A escaparme de alguna manera de esa mujer decidida a apresarme. Que sabía cómo eran las cosas. Podía ponerle punto y coma a la realidad. Juzgar la calidad del espacio sin haberlo transitado. Imponer las verdades definitivas.

Irrevocables.

Todo ocurrió hasta que la charla por fin comenzó.

Luego…

El alivio de participar en un ámbito de intercambio.
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