miércoles, 19 de julio de 2023

Darlo todo


Hoy traigo para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero un mensaje sano y positivo que incita cursos de acción convenientes para la persona y para los demás.


A veces me inquieto por cierta disposición a una suerte de prédica, y me alerto antes de iniciarla para quedarme recluido en la filosofía de la inspiración que posibilita la escritura y no dar un paso de más iniciándome como pastor.


Aunque el riesgo siempre está al acecho.


Pero predicar no es lo mío.


Y por ese motivo estoy atento, como soltando con sigilo las riendas de un caballo que quiere salir disparado y solo debo permitirle trotar.


Trotar por el buen sendero, que es desde la perspectiva asumida, el que habilita la reflexión ajena sin señalar indicaciones.


Con lo cual el despabilamiento definitivo o cualquier atisbo del mismo, si lo hubiera, es pura responsabilidad del lector.


🤔


Algo así digo, como para confesar algo genuino, auténtico, cruelmente verdadero.


Darlo todo es una posibilidad cercana que no toda la gente asume.


Y si bien acá nadie va a decir lo que hay que hacer, solo vamos a problematizar el asunto para incentivar la propia decisión y que cada persona resuelva su ser y su destino.


En las antípodas de darlo todo está el ser pijotero, esas personas que eligen ser mezquinas hasta lo miserable, y creen obtener beneficio cuanto menos dan, y si fuera posible, no dando absolutamente nada.


Convencidos erróneamente de que el dinero tiene más valor de lo que el dinero puede comprar.


Esto en el plano material, que claramente no es el más importante pero sin dudas es muy relevante.


Y bastante importante.


No tanto cómo esta cuestión observada en el plano humano, por decirle de algún modo.


Que es más importante.


Mucho más importante.


Se trata de las personas que en vez de darlo todo van a medias, eligiendo consciente o inconscientemente la mediocridad y brindando culto de ella en su accionar cotidiano.


Pasa muy a menudo y se lo percibe con bastante facilidad.


De esa filosofía son los empleados quejosos que en vez de asumir un desempeño destacable dándolo todo, obran con dejadez o toda la ineficiencia posible, creyendo que en esa actitud nefasta hacen un buen negocio estafando a quien les pega el sueldo y a los clientes que sufren su accionar.


Ese tipo de perdedores por elección están por todas partes, sobre todo en la Argentina, porque el contexto normativo favorece esos comportamientos en vez de erradicarlos de raíz como sucede en los países desarrollados.


Pero no me interesaba adentrarme en ese ejemplo.


Otro mucho peor es el de las personas que quedaron embaucadas en esas lógicas que son la antítesis de darlo todo y terminan sobrellevando vidas pequeñas e intrascendentes.


Totalmente olvidables.


Eligen ir a menos en vez de ir a más, y con esa filosofía denigran sus posibilidades y mezquinan su contribución al mundo.


Yo siempre aliento y admiro a los que van a más, y no en el sentido material, que no es de ninguna manera el más importante.


Si no en el sentido del ser.


Quienes van siempre a más, son los que están comprometidos a darlo todo, y se despliegan en las más disímiles de las circunstancias dignificando la vida.


Representando las virtudes del ser humano.


No importa en qué rol se desempeñen porque todas las funciones son un relevantes. Y lo que cuenta es que con esa actitud se destacan, dignifican el ser y honran la existencia.


En síntesis, hacen que el mundo sea mejor.


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