jueves, 3 de junio de 2010

El Mal Día




Hoy vino un mal día.

Se presentó de repente. Me miró de frente y me tomó del brazo.

Fue una acción espontánea, inesperada. De improviso el mal día se me puso de frente.

Se me presentó, por voluntad propia. Claro.

Yo estaba desprevenido, contento diría. Había sol, aire puro y una buena noticia por delante.

Pero todo fue en vano. Porque cuando menos lo esperaba apareció el mal día. Se puso muy firme y lo que era una mera insinuación, fue cobrando valor con el transcurrir de los minutos hasta que logró envalentonarse y se agigantó.

No fueron pocas las circunstancias. Podría mencionar tres, cuatro, cinco…

Podría enumerar tal vez más. Pero no quiero rememorar la presencia maligna de este día que vino provocarme. A tomarme del brazo y cachetearme a cada momento.

Debí haberme enojado, haber propinado unos buenos insultos, haber lanzado los puños al aire…

Alguna patada voladora.

Pero sólo dejé pasar el tiempo, corroborando la destreza que manifestaba el despropósito, con habilitad inusitada.
.
Opté por un refunfuñar silencioso y cierta incomodidad interna que expresaba el malestar.

Mientras el día hacía de las suyas, y yo persistía.

De pié.

Ahora estoy más calmo. Diría que me encuentro erguido y bien podrían ver ustedes mi sonrisa.

Son las 0.45 y me permito sospechar, por esta música que escucho y este silencio compañero, que la visita…

La visita se ha ido.
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