Simplicidad
Hace un tiempo resolví aquietar los ruidos y encontrar la paz.
En la simplicidad está la verdad. Aunque sospeche últimamente de la validez de buscarla. Del motivo que supone la persecución del intento. El encuentro anhelado que parecería fructífero. Tendría un valor absoluto, supremo.
Hoy dudo de la ineficacia de la verdad. Resigno por voluntad propia el interés que me lanza a su búsqueda. Con la vocación de renunciar al juego. Determinado a desistir del sano y a veces estimulante propósito.
Decido entonces afirmarme en la simpleza. Honrar las antípodas de la complejidad. Para observarlo todo desde la pureza que supone la inocencia y la predisposición que facilita el aprendizaje.
Como si fueran ojos desprovistos de conceptos, circunstancias, valores que los acechan. Para ver el mundo pintado a voluntad, con las mismas pinceladas. El valor de lo predecible y cierta resistencia a atisbos desalineados.
Hoy decido abrir los ojos y verlo todo. Mirar por fin con los ojos abiertos.
En la simpleza está la verdad, porque revela la profundidad de la existencia. Desprovista de ornamentos y pretensiones hace que la vida se exprese. Cobre forma en el aire que mueve las hojas de aquel árbol, o en la hormiga que parece haber fijado su objetivo a unos metros y no se le ocurre ceder el paso.
¿Por qué va tan apurada la hormiga?, ¿Qué le imprime de semejante convicción para sostener esos pasos decididos?, ¿Por qué va para allá, y sólo para allá, sin la mínima intención de contemplar un desvío?
Cuanta gente muere sin haber visto en verdad aquél árbol que participó de su camino, la piedrita que estuvo a su lado, el viento que rozó su cara. O aquellas estrellas que aprendí a ver por primera vez una noche de verano.
Porque la simplicidad es siempre un regalo que merodea. Pero sólo una disposición a aceptarlo puede hacer que emerja ese sutil encanto de su belleza.
La complejidad siempre acecha para confundirnos y desviarnos. Porque la seducción de la abstracción se presenta como una experiencia intensa, reconfortante.
Pero hoy me afirmo en la simpleza.
Para que la vida se haga presente y la existencia por fin se exprese.
En la simplicidad está la verdad. Aunque sospeche últimamente de la validez de buscarla. Del motivo que supone la persecución del intento. El encuentro anhelado que parecería fructífero. Tendría un valor absoluto, supremo.
Hoy dudo de la ineficacia de la verdad. Resigno por voluntad propia el interés que me lanza a su búsqueda. Con la vocación de renunciar al juego. Determinado a desistir del sano y a veces estimulante propósito.
Decido entonces afirmarme en la simpleza. Honrar las antípodas de la complejidad. Para observarlo todo desde la pureza que supone la inocencia y la predisposición que facilita el aprendizaje.
Como si fueran ojos desprovistos de conceptos, circunstancias, valores que los acechan. Para ver el mundo pintado a voluntad, con las mismas pinceladas. El valor de lo predecible y cierta resistencia a atisbos desalineados.
Hoy decido abrir los ojos y verlo todo. Mirar por fin con los ojos abiertos.
En la simpleza está la verdad, porque revela la profundidad de la existencia. Desprovista de ornamentos y pretensiones hace que la vida se exprese. Cobre forma en el aire que mueve las hojas de aquel árbol, o en la hormiga que parece haber fijado su objetivo a unos metros y no se le ocurre ceder el paso.
¿Por qué va tan apurada la hormiga?, ¿Qué le imprime de semejante convicción para sostener esos pasos decididos?, ¿Por qué va para allá, y sólo para allá, sin la mínima intención de contemplar un desvío?
Cuanta gente muere sin haber visto en verdad aquél árbol que participó de su camino, la piedrita que estuvo a su lado, el viento que rozó su cara. O aquellas estrellas que aprendí a ver por primera vez una noche de verano.
Porque la simplicidad es siempre un regalo que merodea. Pero sólo una disposición a aceptarlo puede hacer que emerja ese sutil encanto de su belleza.
La complejidad siempre acecha para confundirnos y desviarnos. Porque la seducción de la abstracción se presenta como una experiencia intensa, reconfortante.
Pero hoy me afirmo en la simpleza.
Para que la vida se haga presente y la existencia por fin se exprese.
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Hola Juan Manuel, tus reflexiones me recuerdan a un tiempo en mi vida donde todo me parecía complejo y difícil.
ResponderBorrarPor suerte en la vida todo pasa y se aprende algo. En mi caso creo que el cambio tuvo que ver con establecer mis prioridades, eso le dio claridad a mi existencia, un abrazo, me ha entusiasmado tu blog,
Fernando
Fernando, gracias por pasar por el blg y compartir tu comentario. Un abrazo!
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