domingo, 3 de diciembre de 2023

Las víctimas de las circunstancias


Se dice que esencialmente hay dos posturas frente a la vida, asumir una posición de víctima o de protagonista.

¿Quién lo dice?

No sé, por todos lados, los libros, los parlanchines…

En fin.

También se dice de alguna manera directa o solapada, que la víctima además de residir en la queja está como entregada a las circunstancias y vive de alguna forma en la inacción, observando lo que le acontece sin incidir en la realidad.

Eso.

Eso es lo que traigo hoy para que indaguemos, problematicemos y nos inquietemos un poquito, porque las cosas en ciertas situaciones que observo no son así.

No son para nada así.

Quienes asumen una posición de víctimas pueden residir en la pasividad o bien en una actitud de movilizadores, que implica esencialmente ser una víctima quejosa tiracuetes.

Tira petardos, perdón.

¿Qué hace?

No sólo se queja como si fuera un pobre diablo que se indigna con las pataletas que fueran, sino que elabora su posición de comodidad con más ímpetu para lograr resultados a partir de su queja, que esencialmente consiste en trasladarle la responsabilidad de sus circunstancias a otro, que tiene mayor o menor permeabilidad a caer en la trampa, creer el cuento y hacer lo que fuera para salir a reparar la supuesta desgracia de la víctima que elige la comodidad de depender de la beneficencia ajena en vez de asumir su capacidad de acción y hacerse cargo del asunto.

De modo que hay entonces dos tipos de quejosos, los que se quejan por esto y lo otro y quedan en un plano declamativo sin procurar embaucar a nadie, con el solo propósito de darse excusas que les aseguren la comodidad y el beneficio que tiene cualquier holgazán de la inacción, que es esencialmente no hacerse cargo de nada solo de despotricar.

Y hay quejosos más astutos que viven posicionados en la queja que también les reporta el beneficio de no accionar, no asumir riesgos y vivir en la comodidad, pero salen a cazar a sus víctimas con la intención de que el otro desprevenido, sea quien fuere, se haga cargo de su queja y le aporte una solución a sus desgraciadas circunstancias.

De modo que para sintetizar, si estaríamos jugando a las escondidas, a partir de hoy podemos estar atentos y elocuenciar con los ojos abiertos a quienes son víctimas de pura sepa y aceptan su condición bancándose las consecuencias solitos, y a quienes se valen de la posición de víctimas para engatusar al otro y se encargan de hacer un trabajo cuya única finalidad es lograr sus resultados mezquinos a partir del accionar ajeno que logra solidarisarse con la supuesta penuria.

Obviamente que dentro de este segundo linaje hay víctimas y víctimas, algunos son chapuceros y otros se manejan con mayor destreza.

Pero si alguien mira con atención la realidad siempre los revela.

De modo que es más respetable quien asume la condición de víctima genuina que quien se vale de esa treta para lograr que otro le resuelva su situación.

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