miércoles, 20 de diciembre de 2023

Escuchame una cosita…


Una cosita nomás escuchame.

No es que voy a desencadenar una perorata y voy a dar vueltas para elucubrar vaya a saber qué cosa. Solo es una cosita, escuchame una cosita.

Algo así, chiquito. Bien chiquitito que por supuesto quisiera decirte, aunque te digo con total elocuencia que no sé bien qué es. O para ser más exacto, estricto y absolutamente transparente, no sé qué carajo es.

Solo sé que es una cosita, una cosita nomás. Por eso escuchame, dale, mirá que por ahí la cosita algo trae, algo aporta, incita quizás al anhelado despavilamiento en algún aspecto propio o de la existencia.

Uno nunca sabe lo que puede desencadenar la cosita. Puede ser más movilizadora que cientos de páginas que anden rebuscando destrabar cualquier entuerto y al final quedan como empantanadas en un ímpetu de decir algo que no logró pronunciarse. 

Leí en épocas universitarias varios apuntes así. Varios libros, o miles de páginas de hombres más o menos embarullados en la abstracción y enredados en el simbolismo, que maniatados en elucubraciones quizás bien intencionadas pero más o menos fallidas, luchaban por decir lo que de alguna manera insinuaban pero al final de cuentas se les escabullía, y quedaban en eso, en una trabajosa intención de llegar a precisiones que desconocían.

Así que uno cerraba esas pilas de apuntes y quedaba tan extraviado como ellos, preguntándose en definitiva qué carajo habrá querido decir.

En algunos casos, por supuesto. En otros eso no ocurría, quizás porque otros tipos más piolas e inteligentes, resueltos o claros, sabían o más o menos sabían lo que querían decir. Así que entregaban la cosita así nomás sin tapujos ni ornamentos, sin rebusques ni enrosques, sin esconder la pelotita, porque lo que les interesa no era confundir ni embarullarse, sino aclararse al compartir la cosita y ver luego qué carajo tal vez suscitaba en sus lectores.

Es decir, los receptores de la cosita.

O tal vez no les interesaba tres pepinos saber lo que les suscitaba la cosita a los lectores, sino que se interesaban en adentrarse en el proceso de elucidación que facilite una comprensión más interesante de lo que fuera, por el valor inestimable que saben que tiene cualquier cosita que aporte esclarecimiento y contribuya a elevar el nivel de consciencia, con el fin de alcanzar la mayor efectividad posible y ser por supuesto en últimas instancias felices como Dios manda.

Ese es quizás el punto, la intención, por eso escuchame una cosita, una cosita nada más.

Es un texto cortito, uno por vez, es solo una cosita.

Una cosita nada más.


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