lunes, 27 de noviembre de 2023

La vida que tenemos


Es la que fuimos capaces de construir.

¿Cómo?

Con decisiones, primero.

Bueno, en realidad no, primero con imaginación, luego con decisiones. Con decisiones, responsabilidad, capacidad, compromiso y trabajo.

Es decir, que la vida que tenemos o bien vamos teniendo es primero la consecuencia de la imaginación que delimita el mundo posible y configura las circunstancias que fueran en la mente, para persuadirnos luego a nosotros mismos si en efecto es por ahí o bien no es por ahí.

Negociamos.

¿Por qué?

Porque la imaginación si bien puede permitirse pensar en chiquito tentada por la comodidad y cierto espíritu pusilánime, no se anda con chiquitas y el deseo la anima a pensar en grande, muchas veces sin restricciones ni mayores condicionamientos que restringen su despliegue.

Ese es el tema.

Porque después venimos nosotros. Es decir otra parte nuestra, que escucha o vislumbra sin evidencia lo que su propia imaginación tiene para decirle, deja que se desplace con soltura o bien la va domesticando, como diciéndole, perá un poquito.

Perá.

Eso se debe a que la otra parte de nosotros advierte que una cosa es imaginar y otra llevar a nuestro ser a involucrarse en las situaciones que fueran necesarias para ser congruentes con la imaginación y que el resultado de ese mundo interno emerja en verdad en la realidad.

La que a diferencia de las palabras que balbucean, habla.

Es decir es la persona la que decide si tiene la voluntad, el coraje, la energía, y va a asumir el compromiso necesario para hacerse cargo del pasaje del mundo interno al mundo externo.

No es soplar y hacer botella.

Eso solo existe en la mirada de los fracasados que le adjudican a la suerte los resultados del éxito que a ellos no les toca.

Vuelvo…

Esto es más o menos así, para no complejizar. Porque hay otras cuestiones que sería conveniente precisar y problematizar, pero es materia de un desafío mayor que podría ser un libro que aborde con profundidad los vericuetos, situaciones y disyuntivas por ejemplo que se deben asumir para construir la propia vida.

Entre un sinnúmero de cosas más.

Pero digamos sucintamente.

Creo que nunca dije sucintamente.

Digamos sucintamente entonces, que primero es la imaginación, luego el hombre que decide en una suerte de íntima negociación, y posteriormente son sus decisiones, su trabajo, su compromiso, que llevándolo adelante con sus capacidades, habilidades y competencias, en un proceso indefinible de situaciones que deberá afrontar, orquestar y surfear de la mejor manera posible, construye su propia vida.

Que siempre queda expuesta a los ojos de los demás.

La cuestión menos importante de todas.

Salvo para quienes no se dedican a construir su vida y consumen sus días en la ineficacia de quienes creen en la suerte, en la debilidad de quienes se asumen víctimas de sus circunstancias y le adjudican la responsabilidad de sus resultados al otro, mirando y chusmeando sobre lo que hace su vecino.

Su familiar o su compañero de trabajo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.