¿Nos vamos a morir?
Creo que tal vez el error principal es no afrontar el problema de frente con total ímpetu.
No es que no se lo enfrente sino que al parecer la actitud de enfrentarlo carece de la determinación necesaria que aspira de manera innegociable a lograr el resultado.
La posibilidad de no morir tiene que ser bien cierta y el objetivo indeclinable si en verdad queremos aspirar a esa alternativa.
No hay lugar para dubitativos ni escépticos.
Más que nunca se necesita la determinación en la creencia de posibilidad, que en efecto podremos no morirnos.
Es la misma convicción que tuvo quien creó el teléfono, la televisión, el avión y hasta la bicicleta.
Por no decir la computadora, entre miles de cosas que disfrutamos.
También el marcapasos o lo que fuera en términos de salud.
Todo se logró gracias a los creyentes, a pesar de los escépticos y desconfiados.
Los primeros siempre creen que es posible y se movilizan en consecuencia. Los segundos creen siempre que no es posible y también se movilizan en consecuencia.
Con el agravante que a veces se esmeran en desalentar a los que están trabajando y avanzando para generar la nueva realidad.
Aunque por suerte no logran persuadirlos. Si lo lograsen tendríamos un mundo notablemente más precario del que disfrutamos.
Esto también se va a lograr.
Lo que tenemos que procurar es que se logre en nuestro tiempo, más que en el futuro.
Pensar que elegir no morirse puede lograrse en mil o cinco mil años es fácil. Lo difícil es convencer de esta posibilidad ahora.
Con lo cual habría que poner manos a la obra. Ahora mismo, sin perder un solo día más.
Esto es como la efectividad en la vida cotidiana.
Hay que lograr primero el convencimiento en la creencia. Esa es la instancia crucial que fomenta el compromiso.
Sin esa condición necesaria no se transforma ninguna realidad.
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