El boludo
Más de una vez he primero sospechado, luego pensado y finalmente creído, que el otro piensa circunstancialmente o en forma definitiva que uno es un boludo.
Que yo soy un boludo, para ser más preciso y claro.
Y si lo piensa, por algo será.
Con lo cual por más que quiera defenderme y evadirme de esa suposición ajena debo reconocer que tendrá sus fundamentos.
Sus razones.
De modo que uno sea tal vez un boludo y no se de cuenta. Entonces en forma sistemática y recurrente se deje engañar, trampear como si fuera un niño.
Eso supongo que debe estar viendo y pensando cuando observo el proceder del otro que ha supuesto primero y determinado luego que uno es un boludo.
Un boludo con todas las letras.
Solo así se puede explicar y entender que el otro proceda como si fuera un picarón insano, un chanta, un vivillo.
Un farsante.
Un mentiroso por convicción que vive enredado en la precariedad del mundo de la trampa, el engaño y la fabulación.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.