Seis Treinta
Hoy amanecí demasiado temprano. A las 6.30 horas para ser más exacto.
Desconozco los motivos de esta imprudencia. Pero algo llevó a movilizarme de la cama, abrir los ojos y ponerme frente a la vida. Bien despierto.
Esto ocurre en pocas circunstancias. De manera que yo sé, muy bien sé, que sería inútil cerrar los ojos. Porque no hay nada de sueño y algo extraño me mira y me dice…
Ahora, bien despierto.
Es así, lo vivo y lo siento.
Ahora, bien despierto!
Así que me resigno con alegría. Porque disfrutar la mañana es siempre una bendición.
Si pudiera -siempre pienso- cada día a las seis estaría en pie frente a la vida.
El aire es más puro, el silencio tiene mayor presencia, y percibo el beneficio de la quietud que lo abarca todo, y que más tarde o más temprano despabila.
Porque cuando todos despiertan, la quietud se vuelve bullicio y el mundo ya no nos pertenece.
Hoy es madrugada y la vida no puede ser más linda a las seis treinta de la mañana.
Desconozco los motivos de esta imprudencia. Pero algo llevó a movilizarme de la cama, abrir los ojos y ponerme frente a la vida. Bien despierto.
Esto ocurre en pocas circunstancias. De manera que yo sé, muy bien sé, que sería inútil cerrar los ojos. Porque no hay nada de sueño y algo extraño me mira y me dice…
Ahora, bien despierto.
Es así, lo vivo y lo siento.
Ahora, bien despierto!
Así que me resigno con alegría. Porque disfrutar la mañana es siempre una bendición.
Si pudiera -siempre pienso- cada día a las seis estaría en pie frente a la vida.
El aire es más puro, el silencio tiene mayor presencia, y percibo el beneficio de la quietud que lo abarca todo, y que más tarde o más temprano despabila.
Porque cuando todos despiertan, la quietud se vuelve bullicio y el mundo ya no nos pertenece.
Hoy es madrugada y la vida no puede ser más linda a las seis treinta de la mañana.
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