martes, 15 de noviembre de 2022

Hay que estar


El problema no es del otro.


Ese es el quid de la cuestión. Parece una observación minúscula, obvia e intrascendente, pero es una decisión importantísima.


Veamos…


Mucha gente piensa que su responsabilidad llega hasta el consultorio del médico, la oficina del arquitecto o la sala de reunión del consultor.


Por decir algunos ejemplos.


Error.


Hay que estar, decía mi querido abuelo Juan. Y si bien tenía razón, esa creencia merece ser un poquito problematizada.


¿Por qué?


Porque hay estar conlleva con frecuencia la creencia de que hay que estar presencialmente, en forma personal con cuerpo y alma. Bien paradito ahí, donde sea, físicamente. Paradito o sentadito, pero ahí con el cuerpo a la vista, bien corporal.


Totalmente corporal.


¿Para qué?


Bueno, no estás escuchando Pedrito. Qué te pasa Pedrito, ¿estás enamorado? ¿Dónde anda esa cabecita? 


Como te decía Pedrito, estar personalmente para que las cosas anden, los objetivos se cumplan, para que no haya picardías, irresponsabilidades, ineficiencias, negligencias.


Para eso, ¿viste?


Para no perjudicarte esencialmente, Pedrito. Más claro no puedo ser.


Es papilla.


De la buena.


Discúlpame Pedrito, pasa que uno anda a las apuradas, turbado, con urgencias, y lo agarra de repente quizás el hombre soberbio que se las sabe todas y está escondido y agazapado quizás en las profundidades del ser.


Y asesta. 


¿Qué?


Arremete, Pedrito. Se lanza, emerge. Y suelta ahí una frase o algo y hace quilombo.


Pero vos no sos para nada soberbio, Juancito. Sos totalmente humilde. El más humilde de todos.


Ya sé Pedrito, pero soy humano y evidentemente ese tipo soberbio, disminuido, debilitado, marginado por completo y agazapado en las profundidades del ser tiene alguna voz y aprovecha la volada para decir lo suyo.


¿No?


¿En qué estábamos?


En el análisis Juan, en la síntesis de que hay que estar, y en la creencia obtusa de quienes piensan que hay que estar si o sí con el cuerpito.


Ahí estamos.


Bueno, te decía. Eso no sirve para nada. Porque uno puede estar con el cuerpo papando moscas o haciendo chistes, o usufructuando cualquier forma propicia típica de dilapidar improductivamente el tiempo.


Así que hay que analizar bien las creencias, problematizarlas, como sugería.


Lo importante no es estar físicamente, sino comprometidamente.


Pienso y creo firmemente.


Hace tiempo que estoy de esa manera en innumerables circunstancias y corroboro la efectividad de esta creencia a diario, con la convicción de quien sabe que tiene la verdad.


La absoluta verdad, la última y definitiva.


Lo cual obviamente es un error porque corre el riesgo uno de encerrarse en el capricho y residir en la terquedad, pero bueno…


Entonces, para terminar y no enroscarnos, los tiempos cambiaron y sin dudas hay que estar comprometidamente, puede ser con cuerpo o sin cuerpo, eso no hace a la cuestión esencial.


Hay que involucrarse y estar, y si son áreas que uno no está del todo empapado, más vale que estudie y se informe.


Sale caro delegar y mirar para otro lado.


Hay muchos médicos, arquitectos, pintores, albañiles, informáticos, etc. que claramente saben más que nosotros pero por más buenas intenciones que tengan tienen sus falencias y nunca pueden asumir nuestra responsabilidad.


Es mejor involucrarse.


Por conveniencia propia, digo. La comodidad de delegar absolutamente y desentenderse siempre raramente es eficiente, y puede exponernos a serios perjuicios.


Mirá como me dejaron esta baldosa. Chueca, bien desalineada y mal pegada.


Un mamarracho.


Por eso Pedrito, por eso hay que estar.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.