El embarullador
La verdad es una bailarina que danza entre las dos campanas.
Eso pensaba cuando era chico y últimamente recuerdo la frase por los comportamientos del embarullador.
Nada debe ser más trabajoso que lidear con uno de ellos para construir la realidad que fuera.
El embarullador es incapaz de asumir la responsabilidad de su proceder, por eso adopta mentiras con la intención de salvarse y evitar hacerse cargo.
Los trucos del embarullador para evadir su responsabilidad son diversos, oportunos, y más o menos creíbles.
Quien lo escucha debe atrapar sus inconcistencias con el ímpetu que se atrapa a las los moscas, porque el embarullador va y viene, dice una cosa con la misma frialdad que dice otra.
Y acomoda sus dichos cada vez que se lo arrincona, aunque difícilmente se rinda cuando es descubierto.
Porque si bien la misión del embarullador es embarullar para salir airoso. Su víctima tiene como propósito dilucidarlo.
Eso es algo que no cuesta nada, cualquiera que mira con un poquito de atención lo descubre.
Aunque muchas veces opte por hacerse el distraído.
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