martes, 26 de febrero de 2019

La bajeza


La escritura sirve para hacer un piquete de ojos, dar una piña al pecho o la mandíbula, o propinar una patada voladora memorable.

Entre otras cosas.

Duele el alma cuando alguien dice barbaridades de algún fallecido. Habla sin ninguna consideración y hostiga al muerto con una agresividad propia de un ser miserable, capaz de exhibir sin pudor la bajeza que puede ostentar.

¿Serán conscientes las personas que hablan mal de los muertos lo hijas de putas que son?

Uno podría decir que son una mierda, una porquería.

Pero escribe hijos de putas, como un intento de llevar al lenguaje a una precisión justa del despropósito humano. Creyendo que uno de los adjetivos más desagradables que puede suponer, ajusticia de alguna manera y acomoda al mundo en un lugar más razonable.

Hay personas tan dañinas y jodidas que están presas de su propia idiotez. No advierten el nivel de maldad con que obran. Despliegan un veneno repudiable por donde se lo mire. Y exhiben lo peor de sí mismos, sin siquiera percatarse de honrar los aspectos más denigrantes del ser humano.

Vivimos atestiguando el proceder malicioso que se desencadena sin ninguna limitación. Los comentarios que caen como puñaladas sobre los muertos lastiman hasta quienes ni siquiera los conocemos pero tenemos un mínimo sentido de humanidad.

¿No será tiempo de cerrar los comentarios debajo de las notas de los fallecidos en Internet?

Para qué facilitar mayores daños al dolor de los familiares que ya tienen suficiente con la desgracia que les propina ese momento de la vida.

Que Dios le de paz a todos los muertos. Y que recapaciten quienes no tienen el más mínimo de los límites.

Tarde o temprano deberían darse cuenta que son una mierda.

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