Regalos navideños
Estoy consustanciado con los mails mientras escucho el tilín tilín de los mensajes que llegan. Sigo en mi mundo hasta que miro el cel y veo numerosos mensajes.
Son los integrantes de la familia extendida que mandan WhatsApp como si estuvieran desenfrenados.
Vuelvo a los mails y sigue el tilín tilín. Sacó la vista del cel, miro a Flavia y pregunto.
¿Qué dicen?
Nada, Carla que sugirió para Navidad que cada uno le haga un regalo a otro tipo amigo invisible.
Escucho pero no digo nada. Me doy cuenta enseguida que la intención es mezquina porque hará que los regalos se reduzcan notablemente y en vez de fomentar un mundo de abundancia y gratitud, se fomentará uno de escasez propio del ser pijotero.
No sé exactamente de qué hablan pero definitivamente estoy en contra.
¿Por qué tantos mensajes? -pregunto.
Es una idea de Carla, ahí está haciendo los papelitos y va a sortear. Cada uno le tiene que hacer un regalo a otro -me dice Flavia.
¿Uno solo?
Y sí, uno.
La situación se vuelve más clara hasta llegar por la voluntad de la ingenua indagación a la elocuencia.
El juego es un burdo truco que consciente o inconscientemente debe haber pergeñado mi hermana con la intención de restringir costos en los regalos y especialmente no quedar como un ser miserable por regalos muy modestos ante la actitud indeclinable e inconmensurable de mi primo dadivoso, que presentará una vez más regalos que sorprenderán a los presentes por el elevadísimo costo y la manifestación irrenunciable de una generosidad que a los ojos de los demás siempre resulta desmedida.
Lo sé porque cuando pasan las fiestas siempre se acerca algún confidente del clan familiar para mencionar algunos regalos lujuriosos que mi primo ha entregado y que al mismo tiempo que revelan con elocuencia su posición económica reflejan por oposición las penurias de otras supuestas condiciones económicas del resto de la familia que son más fingidas que ciertas, pero se reflejan en regalos muy escuetos y modestos.
El truco de mi hermana definitivamente es menguar el despliegue de mi primo, desalentarlo para que no aparezca con un auto para su querida mujer o una patineta voladora para sus niños, y poder erogar unos pocos pesos comprando los regalos de siempre que gracias a esta endeble treta saldrán de la penuria y pasarían desapercibidos.
Sinceramente debo decir que la intención de mi hermana es tan válida como legítima, pero no dudo que será totalmente inefectiva. Puede entusiasmar a los integrantes del juego en sus inicios pero la realidad pasará esa intención por arriba.
Sigo escuchando el tilín tilín del cel...
¿Qué dicen Flavia?
Facundo cantó que le regale Gonzalo. Y Pía le dijo a Carla que no se podía regalar un par de medias.
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