sábado, 8 de diciembre de 2018

La decisión


En el juego de la vida me toca estar entre compañeros que deciden ir hacia un lado u otro con ciertas lógicas e ímpetus.

Mi forma de tomar decisiones es meditada, pausada, propia del análisis estratégico que requiere toda la información relevante para que pueda arribarse a una decisión sustentada por la racionalidad y validada por la conveniencia de la fundamentación.

Desde esa lógica muchas posibles decisiones que invitan a crear un nuevo mundo son viables y otras no.

En las primeras estoy en completo acuerdo. Y en las segundas estoy en completo desacuerdo.

Es difícil que me convenzan intenciones voluntariosas sin sustento. O que se asientan en optimismos negadores de las evidencias.

Es que cuando se hacen las cosas bien uno genera las condiciones propicias para que le vaya bien. Cuando se hacen las cosas más o menos se generan las condiciones propicias para que le vaya más o menos, y cuando se hacen mal se generan las condiciones propicias para que le vaya mal.

Y el optimismo negador de la evidencia siempre invita a transitar un mal camino que tarde o temprano notifica la realidad.

Puedo estar equivocado, pero estoy en lo cierto.

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