sábado, 6 de julio de 2019

Mundo descuajaringado


El mundo está descuajaringado hace rato. Yo y todos los que nos vamos poniendo viejos y observamos con espíritu curioso lo podemos percibir aunque a veces no digamos nada para evitar caer en el espíritu quejoso y gruñón que puede amargarnos la existencia.

Y desagradar a los demás, porque bien sabemos que el ser contrariado y peliagudo, que forcejea con el despropósito y lo revela a cada instante, no solo se agria a sí mismo sino que produce una incidencia negativa en los otros, aportándoles distintas dosis de veneno según el mayor o menor compromiso que tenga con narrar el despropósito.

Porque información nunca le falta.

No hay semáforos en cruces de avenidas. La droga se ve por todos lados. Las cárceles están repletas, sin plazas disponibles. Hay candidatos a legisladores que no solo no fueron a la universidad sino que nunca leyeron un libro.

Nadie le cede el asiento en el colectivo a la viejita.

Entre otras cuestiones de menor o mayor envergadura que podríamos enumerar en un libro o varios tomos entregados por capítulos para fundamentar debidamente lo dicho.

Así nadie se arroga la voz de denunciar que se precisan pavadas inconsistentes sin argumentaciones razonables que las justifiquen.

En síntesis el mundo está desbarajustado y los seres humanos fuerzan con dos intenciones claras.

Los que quieren desbarajustarlo aún más. Y quienes luchan a diario para ordenarlo.

Debemos persuadir para reclutar más adherentes a los segundos, así son muchos más los que proceden a diario para acomodar los desbarajustes.

Y rezongamos mucho menos.

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