El gerente
Hace tiempo que los desafíos de la vida me imponen descubrir dónde está la pelotita.
Digo como para usar una metáfora.
Estoy en el medio o en el costado de situaciones que miro con curiosidad e inteción porque requieren el desentrañamiento. Es decir la elucidación justa, pertinente y precisa de las circunstancias.
Entonces mi ímpetu justiciero motivado por la necesidad irrenunciable de procurar la efeciencia en todas las variables que fueran, me exige afrontar la realidad para correrle el velo a las cuestiones difusas y poder observarla tal cual es.
Porque la realidad es, aunque digan lo contrario.
El hecho está. La situación está.
Le dijo o no le dijo. La pared está rota o no está rota. La factura del tel dice 3 mil o 5 mil.
No hay tutía.
Eso quiere decir que no hay excusas, algo así. Aclaro porque la mayoría que lee es de otro país, de habla inglesa, y no tiene por qué saber qué es tutía.
Entonces, sintetizando digo o bien creo que la vida impone sus desafíos. En este caso como un gerente debo yo informarme.
Debidamente.
Es decir, escuchando todas las campanas primero y procurando arribar siempre a la verdad definitiva después.
Eso exige dominar las ansias y evitar los pasos en falsos que puede originar el apresuramiento, ante indicios que parecen incuestionables e insinúan de manera irrevocable explicar lo sucedido.
Pero como lo que importa son los hechos uno debe templar su carácter y obrar con la responsabilidad que impone creer en la seriedad y el respeto irrestricto al valor de la justicia.
Una vez que uno se informa debidamente y se evade de presumibles embarullamientos que tienen el propósito de beneficiar a agentes intervinientes de los casos o exculparlos de procederes indebidos.
Es decir luego de escuchar con interés y atención a los colaboradores, que ofrecerán sus respectivas explicaciones de las circunstancias.
Una vez que uno corre los velos de la realidad y por fin advierte que está de frente a los hechos objetivos.
Ahí recién procede, dispone y toma las decisiones necesarias para procurar la mayor efectividad posible en beneficio de todos.
Hace eso para que el barco siga navegando y juntos lleguemos a buen puerto.
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