viernes, 23 de julio de 2010

Zas


No son permanentes, son esporádicos.

Por ejemplo, recién. Tomo mates y hablo compenetrado de un tema que ocupa mi atención. De repente, miro a la otra persona a los ojos y quedo tildado.

Como congelado en el momento.

Una energía silenciosa se hizo presente y vino a provocarme.

Sostengo la pausa mirando los ojos de quien me acompaña. Mientras me dejo caer en el silencio.

Ahora a escribir. Siento.

En ese momento, la vida por la computadora abierta y los dedos sobre el teclado. Que me lleven de un lado al otro en busca de un presunto hallazgo.

Algo así como una elucidación que insinúa manifestarse y que está deseosa de hacerse presente.

Para decir, aquí estoy. He venido.

Escuchadme.

El ataque de escritura se presenta en las situaciones menos pensadas. Corriendo, bailando, manejando…

Vienen palabras, ideas, frases. Escritos completos.

Muchas veces estoy durmiendo y el ataque de escritura empieza a incomodar.

Vuelta para aquí, vuelta para allá.

El ataque persiste y yo permanezco inalterable. Haciéndome el distraído.

Otra vuelta como si no pasara nada.

De repente salto como loco a liberarme del entuerto.

Abro la computadora y hago justicia.

Apunto ese primer párrafo, ese título. Y me lanzo a jugar como un niño. Para ver segundos después el texto que se ha terminado.

Es cierto que muchos escritos se escapan por esas incomodidades de las circunstancias.

Pero otros los atrapo como moscas cuando apenas sobrevuelan.

Zas.
.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.