miércoles, 21 de julio de 2010

El Cuerpo




No sé muy bien cómo fue ni qué pasó. Por qué decidí de repente apagar la radio, cerrar el libro y saltar.

Dentro de mí.

Es cierto que hace tiempo entré en mí. Esto no es nuevo, esto lo sabía. Pero ahora fue un ingreso repentino, casi abrupto.

Todavía no entiendo bien cómo salté del sillón y entré dentro de mí.

En fin, debo reconocer que hay mucho ruido afuera. Pocos lo perciben y casi ninguno se permite adentrarse en sí mismo.

Me permito advertir la inconveniencia de los ruidos. Lo nocivo de cualquier atisbo de la realidad que pueda resultar perturbador.

Mientras reparo en el beneficio de la quietud y el silencio.

Experimentando el goce de la paz. Como condición esencial para el bienestar.

Me pregunto si ya es suficiente. Si es hora de terminar el juego.

Salir.

Pero por el momento me quedaré aquí. Dentro de este cuerpo.

Es invierno, y hace mucho frío afuera.

Además, quiero profundizar en la quietud y el silencio.

Otro día…

Otro día vuelvo.
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