miércoles, 7 de julio de 2010

La explicación


Se me ocurrió pensar que los pensamientos hace tiempo me tenían a mí. Y que en los últimos días soy yo quien los tiene a ellos.

Pero me mentiría si dijese que ahora los tengo y que son ellos los que al fin están atrapados. Dispuestos en un lugar, llevados a otro o marginados.

Ayer nomás, volvieron a atraparme.

No sé cómo ni por qué se dio el descuido. Lo cierto fue que de repente me tenían maniatado. Mientras daba vuelta en la cama en una infructuosa búsqueda de liberación.

Ni la técnica de llevar la mente a otro lugar, ni el sueño invocado pudieron revertir la determinación del pensamiento.

Así pasaron otras vueltas en la cama y caminatas breves con la cabeza aprisionada. Enlazada como con sogas que no la dejaban mover de cierto espacio recurrente que llevaba a ver lo mismo una y otra vez.

Tomar de golpe el libro de la mesa de luz y escribir la frase, la gente prefiere comprometerse con la mentira que vérselas con la verdad.

Cerrar luego el libro asumiendo la relatividad de la sabiduría.

Dejar la penumbra de la noche para volver al sueño y encontrarme en la mañana nublada llenando de palabras este escrito.

Hoy miro de vuelta esta lógica de pensamientos insistentes, que se caracterizan por ser molestos y exigir atención. Son, diría, prepotentes y abusivos.

Hace un tiempo no estaban, y ahora espero que se hayan ido.
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