Lo Fatídico del Ser
Uno puede horrorizarse, quedarse con las manos en la nunca, observarlo todo una y otra vez…
Corroborando el hecho, la decisión que contraria nuestros sueños, los invalida, estruja o descalabra.
Buen término.
Puede escribir con las manos en la nuca, avanzando sobre los párrafos. Lamentándose. Diciéndose a sí mismo.
No, no.
Cómo pudo ser, cómo sucedió.
Maldición. Justicia.
No lo puedo creer.
Y a partir de ahí también bien puede lanzar improperios. Despacharse a gusto con malas palabras que ajustician como sablazos.
Zas, zas…
Y más sablazos de palabras venenosas, y puños al aire, y gritos rabiosos.
Todo eso puede hacer con convicción y determinación. Con el humilde propósito de desapegarse del infortunio fatídico del ser.
Que ha resuelto la malicia con convicción y coraje. En precariedad de actos que deshonran la inteligencia.
Pero yo siempre recomiendo dar vuelta la cabeza, marcharse en puntitas de pie.
Mirar para adelante con los ojos de un niño y caminar como siempre entre margaritas.
Perfumadas.
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