martes, 11 de mayo de 2010

Lo Fatídico del Ser



Uno puede horrorizarse, quedarse con las manos en la nunca, observarlo todo una y otra vez…

Corroborando el hecho, la decisión que contraria nuestros sueños, los invalida, estruja o descalabra.

Buen término.

Puede escribir con las manos en la nuca, avanzando sobre los párrafos. Lamentándose. Diciéndose a sí mismo.

No, no.

Cómo pudo ser, cómo sucedió.

Maldición. Justicia.

No lo puedo creer.

Y a partir de ahí también bien puede lanzar improperios. Despacharse a gusto con malas palabras que ajustician como sablazos.

Zas, zas…

Y más sablazos de palabras venenosas, y puños al aire, y gritos rabiosos.

Todo eso puede hacer con convicción y determinación. Con el humilde propósito de desapegarse del infortunio fatídico del ser.

Que ha resuelto la malicia con convicción y coraje. En precariedad de actos que deshonran la inteligencia.

Pero yo siempre recomiendo dar vuelta la cabeza, marcharse en puntitas de pie.

Mirar para adelante con los ojos de un niño y caminar como siempre entre margaritas.

Perfumadas.
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