martes, 3 de octubre de 2023

Papita para el loro

La astucia es una manifestación mucho más precaria que la inteligencia. Porque quien obra con astucia puede permitirse valerse de la omisión, del engaño o de la trampa. Mientras que quien obra con inteligencia desiste de esas transfugadas para lograr los objetivos que fueran.


Es decir...


Siempre hay un objetivo, ¿no? Un resultado futuro, algo que se quiere lograr.


Muy bien.


Entonces de acuerdo a la calidad de los valores de los susodichos que fueran, entretejen estrategias y cursos de acción que los despliegan con la mayor eficiencia posible hacia los resultados pretendidos.


Ok.


El tema es que cuanto más degradados están los valores, menos íntegra es una persona, o está tomada por lo que quiere lograr a cualquier precio, más proclive será a valerse de lo que sea con tal de salirse con la suya.


Es ahí donde entra la astucia.


Omito, engaño, miento. No soy transparente. Oculto lo que es relevante para el otro pero mejor si no lo escucha, o si no se da cuenta. Genero innecesarias complejidades o pergeño escritos difusos que tienen como único propósito esconder la pelotita, para que el otro no advierta con claridad situaciones y perjuicios…


Y todas cuestiones por el estilo que constituyen en alguna forma una estafa que tiene por único objetivo lograr lo que fuera a costa de honrar insanas picardías y la deshonestidad propia de la viveza criolla.


La inteligencia en cambio no necesita del engaño, la trampa o se desentiende del perjuicio que pudiera ocasionar para lograr su objetivo.


Se hace cargo de la situación que fuera y busca desde la transparencia y la honestidad acordar con cualquier otra parte que pudiera estar involucrada en su camino.


Así como la astucia está dispuesta a trampear y valerse de las triquiñuelas que fueran, la inteligencia por el contrario se hace cargo del asunto con honestidad y pone las cartas sobre la mesa.


Quizás lo más característico que define a las dos dimensiones, es que la astucia se centra en ganar a costa del otro. Mientras que la inteligencia logra ganar con el otro.


Cuanto más evolucionada y virtuosa es una persona, menos cree en la astucia y más cree en la inteligencia.


Y cuanto más chanta es, más tentado está en obrar con astucia.


Tanto la astucia como la inteligencia pueden lograr sus objetivos.


La diferencia es que una lo hace de manera insana, mientras que la otra lo hace de manera meritoria.


Una tiene límites éticos, la otra es enseguecida y está dispuesta a pagar cualquier precio.


No cuesta mucho adivinar quién se genera un problema de conciencia. 


Si es que ya no se convirtió en un farsante y ni siquiera se dio cuenta.


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