viernes, 23 de mayo de 2008

A Más

La realidad vino y se presento frente a mí. No dio muchos titubeos para expresarse.

¿A menos o a más?

Me miró impaciente a los ojos y me tocó el hombro.

Vamos Valentini, ¿A menos o a más?

La situación se había presentado de repente. Se hacía Barcamp en Buenos Aires, un evento web 2.0 que era por demás prometedor. Pero el cupo de asistentes se había completado y la posibilidad de participar sólo existía si daba una charla. Así me lo hizo saber uno de los organizadores.

Responder “A menos” era cómodo y de algún modo tranquilizador. Después de todo nadie había puesto un revolver en mi cabeza para que sea partícipe de esas circunstancias.

Así que me sentí tentado por la alternativa de olvidarme de las jornadas y dedicarme a transitar otros mundos.

Pero pronto entendí el juego, así que volví a escuchar la pregunta.

Ir a menos era mucho más que comodidad. Era cerrar posibilidades, achicar el mundo.

La realidad volvió a mirarme a los ojos desafiante e impaciente. Si no fuera porque mufó, me habría olvidado de ella.

El sábado 21 de septiembre estaba parado en la sala de conferencias frente a la audiencia. Tenía la exposición de Comunicación 2.0 lista cuando recordé que debía la respuesta.

A más, a más…



*Este era un escrito traspapelado, de esos que suelen guardarse en el cajón.


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viernes, 16 de mayo de 2008

Entusiasmus


Hoy podría ir a la luna. Volver. Agarrar el sol con las manos. Mirar por la ventana. Hacer cuerpo a tierra. ¿Dos flip flap? Levantarme. Tirarme al sillón.

Levantarme de nuevo.

Tomar el ascensor.

Bajar.

Subir.

Saludar a Antonio y escucharlo un rato. Hablar con Néstor. Y hacerle otro chiste a Daniel.

Saludar al taxi y hacerle la venia al colectivero.

Jugar a la payana, escribir un cuento. Hacer una novela. Sacar una foto por la ventana.

Tomar mate, te y café al mismo tiempo.

Abrir netvibes. Usar twitter. Escribirle a Leandro, Julián, Julito…

Bajar al kiosco. Comprar el chocolate. Abrir la puerta.

Prender la tele, apagarla. Encender la radio. Correr alrededor de la manzana, escribir un libro o ir al Rosedal.

Volver. Sentarme. Y publicar un post.

En este blog.

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martes, 6 de mayo de 2008

Conversaciones Ausentes


T
omaba un café cuando un hombre de unos 50 años se acercó a mi mesa.

Tenía algo que decir. Así que apagué el celular y lo invité a tomar algo.

Entonces, sí. Me quedé en silencio.

- Juan, descubrí la manera de vivir doscientos años.

-Por fin, por fin –murmuré.

-Por fin alguien se evade de las circunstancias para dedicarse a las cuestiones importantes de la vida.

Me miró fijo mientras lo observaba.

-Doscientos años, Juan. Doscientos.

-Esto merece publicarse en el blog –sugerí.

-Si, sí. Informá nomás.

Se levantó.

Me dio la mano.

Y se fue.




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sábado, 19 de abril de 2008

Pensamiento...


"El Capitalismo Humanizado es un mundo donde los baños no son exclusivos de clientes".

JMV



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martes, 1 de abril de 2008

El Capricho

Oídos tapados y ojos vendados.

El capricho es una negación de lo externo. Una soberbia íntima e inquebrantable que se sostiene con ímpetu.

- ¿De qué me hablás?

- Del capricho.

Una determinación negadora, de imágenes mentales que se muestran firmes pero que en determinado momento se las tienen que ver con la realidad.

El capricho forcejea y se sostiene. Es perverso, traicionero y seductor.

Una voz única y unilateral que pretende pintar el mundo a su voluntad. Sin permitir que otro pueda sugerir una pincelada.

No es tonto. Se fundamenta en sus certezas.

Tampoco es inteligente, al no tener flexibilidad se cierra en un mundo que niega posibilidades.

En verdad lo único que le importa al capricho es salirse con la suya. Para regodearse de su logro y gozar del placer que supone tener el mundo a su voluntad.

Demasiadas pretensiones para una condición subjetiva tan vulnerable.
.


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domingo, 16 de marzo de 2008

Felipe Volador

Lo encontré a Felipe entre baldes, palas y juguetes. Estaba repleto de arena a unos cuantos metros del mar.

-Tío Juan, -dijo.

-Moto. Moto.

Felipe vino a mí para buscar diversión. Con su cara maquillada con arena y una pala amarilla se acercó para invitarme a jugar tenis.

-Tenis, tío, -dijo ofreciéndome otra pala como si fuera la mejor raqueta.

-Esperá Felipe, vamos a volar. Le anuncié como quien tiene la mejor propuesta para el festival.

Senté a Felipe en la reposera. Le indiqué que se agarre fuerte a los apoyabrazos. Y le pedí que esté concentrado y atento para el despegue.

-Despegamos, -anuncié. Mientras encendí el ruido de las turbinas que prometían llevar la reposera con Felipe por el aire.

Casi inmóvil con los ojos sobresaltados el cuerpito de Felipe aguardaba el vuelo prometedor. Con las turbinas crujiendo la silla despegó en plena playa de Necochea. Y salimos impulsados a recorrerla.

Felipe iba por el aire sentado en la reposera. Mientras los dos gritábamos y reíamos recorriendo la playa.

Sobrevolamos al padre y la madre que miraban el espectáculo. Avanzamos sobre la arena mientras nos acercábamos al agua. Pero volvimos en una curva violenta que llenó el vuelo de adrenalina.

Todo era perfecto hasta el aterrizaje.

-Ajustate los cinturones, Felipe.

Me miró sin entender nada.

-Aterrizamos.

La silla se elevó y empezó a descender. Fue un aterrizaje suave de Felipe volador.




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domingo, 2 de marzo de 2008

Marzo


Pasa el verano y llega marzo.

Un mes que invita a empezar. A asumir un cambio de prepo con sumisión. Algo así como una imposición que se revela sin permitir objeciones.

Marzo se presenta, te mira y te dice:

Vamos, vamos. A arrancar.

Con cara de pocos amigos y los pies hacia adelante no alcanza para evadirse de su capricho.

- Vamos.

Marzo quiere poner las cosas en su lugar. Como quien anuncia que termina la fiesta se muestra determinante.

Marzo es depresión. Es desgano.

Una mala noticia que se empeña en manifestarse.





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