Conversaciones Ausentes
Tomaba un café cuando un hombre de unos 50 años se acercó a mi mesa.
Tenía algo que decir. Así que apagué el celular y lo invité a tomar algo.
Entonces, sí. Me quedé en silencio.
- Juan, descubrí la manera de vivir doscientos años.
-Por fin, por fin –murmuré.
-Por fin alguien se evade de las circunstancias para dedicarse a las cuestiones importantes de la vida.
Me miró fijo mientras lo observaba.
-Doscientos años, Juan. Doscientos.
-Esto merece publicarse en el blog –sugerí.
-Si, sí. Informá nomás.
Se levantó.
Me dio la mano.
Y se fue.
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