martes, 6 de mayo de 2008

Conversaciones Ausentes


T
omaba un café cuando un hombre de unos 50 años se acercó a mi mesa.

Tenía algo que decir. Así que apagué el celular y lo invité a tomar algo.

Entonces, sí. Me quedé en silencio.

- Juan, descubrí la manera de vivir doscientos años.

-Por fin, por fin –murmuré.

-Por fin alguien se evade de las circunstancias para dedicarse a las cuestiones importantes de la vida.

Me miró fijo mientras lo observaba.

-Doscientos años, Juan. Doscientos.

-Esto merece publicarse en el blog –sugerí.

-Si, sí. Informá nomás.

Se levantó.

Me dio la mano.

Y se fue.

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