sábado, 22 de abril de 2023

Los fanáticos



Hace mucho que no escribo sobre los fanáticos, debe ser porque hace tiempo que no me cruzo con ninguno. O andan callados pasando desapercibidos, debilitados, sin fuerzas…

Vaya uno a saber.

Antes escribía a menudo porque me los cruzaba casi a diario, y me explicaban cómo eran las cosas con una postura inflexible que en síntesis consistía en defender lo que estaba bien con el mismo ímpetu que defendían lo que estaba mal.

Hablo de política.

Para no hacerme el distraído, pero hablo también del fanatismo, que simboliza esencialmente la asunción de la persona de la terquedad, el capricho y la negación de la evidencia. Porque lo que caracteriza al fanático es su defensa a capa y espada de su identidad, cueste lo que cueste.

Y pague el precio que haya que pagar.

Sea de un lado o sea del otro. Eso no importa. Lo que cuenta es la esencia que lo caracteriza.

Porque fanáticos hay de todo tipo y color.

Y la patología es la misma.

Es extraño comprender esa elección por el fanatismo porque implica engañarse a uno mismo, para militar muchas veces lo que niega la evidencia y la elocuencia desenmascara sin mayores reparos.

Pero el fanático hace oídos sordos a la realidad, a los hechos, a la información objetiva que pueda exigirle replantear su posición, y se encolumna en su postura inflexible, rígida, innegociable.

Es muy difícil que un fanático cambie de opinión ante lo que fuera porque lo que defiende en verdad es su identidad, su estantería para comprender el mundo. Y no está dispuesto para nada a repensar sobre las síntesis que lo terminan constituyendo como sujeto.

Es más, si por su fanatismo tiene que enemistarse con alguien, es capaz de hacerlo. 

Aunque parezca una locura.

Aunque esa decisión simbolice la idiotez con la que una persona puede obrar en la vida, ocasionando un perjuicio propio en favor de un tercero que muchas veces ni siquiera conoce.

Son abnegados, prejuiciosos, negadores, testarudos, y embaucadores de ellos mismos.

Con gusto y convicción.

Y quiero aclarar que no tengo absolutamente nada contra los fanáticos porque respeto su elección. Lo único que me inquieta es que no los veo por ninguna parte, hace tiempo que no los cruzo por ningún lado y cuando sospecho que por fin encontré alguno, me termino quedando con la duda porque no dice nada, no pronuncia sonido alguno. Ni siquiera balbucea. Y mucho menos grita.

Es como que le robaron la voz.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.