martes, 6 de diciembre de 2022

El gran cuento

Mi madre además de ser la persona más buena del mundo es la que más cree en el gran cuento.

Y no solo cree sino que ayuda a construirlo, enzalsándolo y engrandeciéndolo hasta donde superan sus posibilidades. Haciendo de ese modo que el gran cuento carezca de verosimilitud y entre a una zona fangosa, contradictoria, de elocuente falencias y pérdida total de credibilidad.


Lo cual por supuesto a mi madre no le importa ni le preocupa porque su fidelidad al gran cuento es innegociable y sea lo que fuera lo defiende a capa y espada por más inconsistencias, incomodidades y evidencias que se encuentre en el camino.


Y no voy a entrar en los pormenores de los distintos cuentos que replica o enaltece con gusto porque sería entrometerme en el chusmerío y azuzar a las lenguas sedientas de minucias para entretenerse con pormenores ajenos.


Chusmas no.


Solo interesados en zambullirse en las profundidades del ser y la vida para indagar un poco las vicisitudes de la existencia, crear mayores estados de comprensión y entendimiento, y habilitar así un nivel de conciencia que nos posibilite tomar una mejor comprensión de la vida y decidir con solvencia la mejor manera de construirla y construirnos.


El gran cuento es solo una metáfora de las vicisitudes ajenas de personas cercanas, que tienen como principal trabajo elaborarlo para persuadir a sus víctimas y obtener mezquinos beneficios a consecuencia de la instalación de los mismos.


De ahí el empeño de los protagonistas en elaborar relatos en principio más o menos confiables, donde siempre se muestran como seres desbordados y sufridos, que son claves para lidiar con realidades maliciosas y adversas, cuyas consecuencias caen por ejemplo en personas cercanas o incluso en ellos mismos. Lo cual es el caldo de cultivo ideal para generar adhesión en especial de mi madre que siempre parece estar dispuesta a validar los distintos cuentos que en definitiva tienen el único propósito de glorificar al propio farsante para que con esa burda y mediocre treta sea visto como un ser solidario o trabajador en exceso que merece el mayor de los reconocimientos, de la manera que fuera para saldar el desmedido aporte que falsamente hace.


Y que indefectiblemente le reportará tarde o temprano claros beneficios. De ahí que la elaboración de los grandes cuentos es en verdad el principal trabajo de quien tiene la habilidad de elucubrarlos.


Como mi madre se suele enojar en circunstancias que replica el gran cuento, cuando se pone en duda, suelo hacerme el distraído y no mencionarle absolutamente nada, para dejarla tranquila y evitar que las evidencias que los desarticulan la perturben y finalmente conmuevan.


De modo que en general soy cómplice de la mentira.


Pero siempre me pregunto si algún día cambiaré de opinión y le mostraré con elocuencia cada una de las farsas.


A riesgo de que se ofendan los protagonistas de los grandes cuentos.



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