viernes, 23 de octubre de 2020

El elogio


Hace tiempo que no recibo ningún elogio. Podría inquietarme por este tema pero en verdad no me inquieta en lo más mínimo.


Cualquier persona que no dependa del elogio tiene una ventaja inconmensurable, gana libertad y se escabulle de los ojos de los demás.


Sin importarle que lo juzguen.


Es sin dudas una decisión conveniente escabullirse de la apreciación ajena y enajenarse del juicio del otro aunque fuera positivo.


Es cierto que cualquier elogio suele ser reconfortante y regocija el ego. Pero si uno se distrae, se entusiasma con la bendición ajena y luego termina condicionado por lo que vaya a decir Juan Pérez o Josefa.


A todas luces es mejor evadirse de ellos y tantos otros que desde la tribuna pueden criticar, alabar o enjuiciarnos.


Por ahí nos distraen de lo que verdaderamente somos y terminamos siendo una suerte de marionetas para congraciarnos.


Es preferible vivir sin elogios para centrarnos en nuestro ser, afirmarnos en lo que auténticamente somos y hacer siempre lo que en verdad queremos hacer.




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