lunes, 23 de septiembre de 2019

Vivir sin ego



La gente tal vez se equivoca al dejarse caer en la trampa y fomentar el ego.

Quizás ese paso en falso le juega en contra y lo distancia de su verdadero ser, exigiéndole comportamientos, decisiones y elecciones que quizás no concuerdan con su verdad íntima.


El riesgo del ego es que toma a la persona como marioneta de su propia vida. Y sin querer o queriendo muchos seres terminan obrando a su voluntad.

Son esclavos de si mismos.

Hay gente que compra un auto, una casa, estudia una carrera o adquiere algo que a veces no necesita pero valoran los demás para obtener el reconocimiento de los ojos ajenos o poder pertenecer a un grupo de esencia superficial pero que por alguna razón lo incita para integrar.

Siempre es bueno huir espantados de esos ámbitos apenas se advierten. Suele ser gente que necesita demostrar poder o capacidad económica, como si fueran las cuestiones más valiosas de la existencia.

Están totalmente extraviados en una vulgaridad de aparente relevancia, pero que es en esencia un ámbito muchas veces de personas miedosas e inseguras que se caracterizan por dudar de su propia valía.

Necesitan un estandarte. Como puede ser contar de un viaje. Una casa. Un auto de esos que cuestan una fortuna hacerle el service o vaya a saber qué cosa que demuestre que es muy costosa, puede exigir una suma importante para mantenerla y no está al alcance de todos.

Perjuicios aparte siempre es bueno estar atentos y no caer en las trampas que ofrece el ego.

Y de esos ámbitos, obviamente, huir antes de abrir la puerta.

Pero el ego no se regodea solo en esos reductos pantomímicos, existen otros más asequibles y cercanos para todos.

Hoy con Facebook o Instagram hay gente que muestra hasta una parrillada.

O un cordero al fuego, o sánguche de milanesa completo.

Con papas fritas al costado.

Mirando con cara de sí, lo he logrado.

Mírenme.

Llegué.

Y acá nadie va a andar juzgando al hombre sonriente que acredita su momento de gloria en face con sonrisa de oreja a oreja. Cada uno es libre de hacer lo que quiere.

Por supuesto.

Solo que estamos abordando el ego y algunas metáforas que inquietan y contribuyen a la reflexión para que el lector construya su propia conceptualización sobre el tema.

O llegue a sus propias conclusiones.

Tampoco es cuestión de denigrar el ego porque no es negativo en todos sus aspectos, es también el motor para lograr ciertos resultados. 

Lo único quizás que quisiera compartir es que fomentar el ego distancia del propio ser.

Del auténtico ser.

Pero quien logra administrarlo puede tranquilamente ser el dueño de sí mismo.  

Cada uno sabrá desempeñar su propia destreza, asumiendo riesgos y posibilidades.

Quizás lo más peligroso del ego es extraviarnos de nosotros mismos. Porque cada vez que el ego se agiganta se reduce la libertad.

Tal vez por eso siempre es mejor una foto menos para no caer en la trampa y quedarse aferrado a quien uno es.

Recluido en su propia vida.


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