miércoles, 4 de abril de 2012

Ser

A veces me pregunto cuánto tiempo tiene que pasar para que uno deje de ser el mismo y se convierta en otro.

Renazca en esa reinvención que sugiere la naturaleza.

Porque cada tanto es preciso detenerse y de alguna manera resurgir. Caso contrario uno queda de nuevo ensimismado en sí mismo, como dando vueltas en la misma calesita. Paseos lindos y recurrentes, pero a veces agobiantes y eternos.

La palabra quizás es ímpetu o determinación. Sólo así uno salta o se evade del juego.

Debe ser ahí, en ese momento, cundo alguien respira hondo. Mide las fuerzas y avanza. Decide liberarse de lo que es. Mientras otros ni siquiera lo registran.

De repente no entiendo por qué, algo ocurre que tergiversa las cosas.

El mundo cambia quizás por propia resolución.

Y uno nace de nuevo.

 

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