miércoles, 10 de abril de 2024

¿Es bueno tener ambición?


Quién sabe, exploremos.

No sé si es bueno o no es bueno tener ambición. 

En realidad no sé con precisión determinante ninguna de esas cuestiones inherentes a los seres humanos. 

Hay que indagar.

Preguntarse y responderse de la mejor manera posible, porque debido a la calidad de la respuesta, la efectiva relación con la inquietud, que supone esencialmente dominar la cuestión que fuera de la mejor manera posible para ser quienes somos y transitar la realidad que construimos.

En síntesis, conviene preguntarse y darse las respuestas que se consideren más efectivas.

Siempre abiertas a la reconsideración, por supuesto. Porque es lo que permite su evolución.

Y no ser caprichosamente quienes somos aferrados a verdaderas inmutables.

Volvé querido..

Decía, la ambición es como un motor interno que nos impulsa a lograr resultados.

¿No?

El ser ambicioso quiere más, y esa característica esencial es la que lo incita a obtener nuevos logros.

Puede ser esto o lo otro.

No importa, es algo nuevo seguro que forma parte de su deseo.

Entonces la ambición es habilitadora de nuevas posibilidades. Facilita un mundo posible trayéndolo a la mano a partir de la convicción que lleva a la persona a decidir y a accionar para transformar su realidad.

No todas las ambiciones son económicas.

Uno puede tener la ambición de lograr algo que nada tiene que ver con juntar moneditas.

Primero subo una sierrita, luego una montaña más grande y después apunto al Everest.

No me voy a andar con chiquitas, por ejemplo.

O corro 5, 10, 15, y después la maratón de 42 km.

¿Lo hago porque genuinamente quiero desafiarme o para demostrarle algo a los demás?

En síntesis la ambición arrastra hacia logros cada vez más prominentes.

Sin ambición el ser no va a ser ni presidente de la cuadra de su barrio, muy posiblemente. Lo cual para muchos es una bendición.

Pero no va a lanzarse a obtener mayores logros.

Por lo menos no va a lanzarse impulsado por la ambición.

Y en lo económico la ambición también habría que verla. Porque una cosa es estar embaucado en el materialismo que supone llenarse de chirimbolos y otra es disfrutar la calidad de vida que el capitalismo puede ofrecer.

Todo esto serviría entre otras cosas para reflexionar íntimamente el nivel de ambición que tenemos y dilucidar si está bien así o es mejor calibrarlo un poco.

Parecería conveniente monitorear con cierta frecuencia y que lo ajustemos bien, según la consideración de cada uno.

Porque si aniquila la ambición se queda sin resultados.

Y si se deja llevar por ella termina siendo un esclavo de usted mismo.


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