domingo, 11 de junio de 2023

No voy a hacer declaraciones



Podría yo pronunciarme y decir de una vez por todos cómo son las cosas, para que no quede el más minúsculo vestigio de dudas ni haya lugar a presunciones más o menos fallidas.


Nunca certeras.


Así que luego de meditarlo un poco he decidido tomar cartas en el asunto y no hacer declaraciones.


Podrá decirse que esa postura es concesiva.


Habilita de alguna manera el espacio para que otro llene el vacío con lo que se le antoja.


Porque al no haber pronunciamiento alguno y presentirse la necesidad de explicaciones ante el hecho que fuera, algo alguien va a tener que decir.


Yo no.


Porque no voy a hacer declaraciones.


Prefiero mantenerme en la postura del observador que escucha con atención cada uno de los dichos y advierte mayores o menores aciertos.


Y a veces seguramente despropósitos, causados por los parlanchines más osados que se lanzan a advivinsnzas más o menos fallidas.


Esto ocurre en nuestra cotidianeidad y afecta principalmente de manera maliciosa a todos los exitosos que tarde o temprano tienen que decir algo, explicar algo.


Aclarar cómo carajo son en verdad los hechos, para salirse de la trampa o el entuerto en que los han metido.


Porque la chusmma está dispuesta a creer hasta lo inverosímil y requiere saber la verdad de la milanesa, y las malas lenguas tejen versiones que son zizañeras, conllevan maliciocidad y obstruyen en verdad el descubrimiento de cómo son las cosas.


Hay mucha disposición a fabular para contentar a a las fieras.


Y los pobres tipos o mujeres que le endilgan lo que sea, hacen lo que pueden para que no se imponga la injusticia, los daños sean menores.


Y las manchas que les zampan no los enchastren hasta la ruina.


¿Qué podría decir yo la verdad?


Nada.


Nada de nada, porque como bien les digo esta vez no voy a hacer declaraciones.


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