sábado, 24 de junio de 2023

La decisión correcta


La vida consiste en parte en la capacidad de darse cuenta de tomar las decisiones correctas.

A mayores aciertos, mejores resultados.

Paremos acá.

El tema sería preguntarnos, ¿qué es acertar?

Bueno, en síntesis sería lograr más bienestar, más felicidad.

El objetivo macro.

Lo más importante de todo.

Entonces, si la decisión nos arrima a ese puerto, es acertada. Si nos aleja o desvía es errada.

Así de fácil, clarito. Clarito.

Sin necesidad de voleteras o complejidades que exceden la verdad que procuramos.

¿La acción correcta se advierte entonces después?

Puede ser, en varias casos. En otros es tan evidente antes que ni siquiera es necesario preguntarse.

Sabemos que es para allá, y es para allá. 

Sin dudas.

El problema se da en las disyuntivas existenciales que nos ponen de alguna manera frente a la niebla que obstruye ver el después de la decisión.

Por eso no es tan sencillo.

Uno puede pensar que es para allá, pero no lo sabe. No puede llegar a ver. 

Puede suponer, proyectar, creer que es por ahí, pero el resultado definitivo, la realidad que finalmente se expresa, no la puede asegurar antes.

Entonces debe decidir, con niebla, con viento. Con escasa visión.

Que le vas a hacer.

El riesgo siempre está y la niebla no siempre se disipa rápido. A veces hay que atravesarla.

Tal vez con cuidado, con atención. No a lo loco.

Pero hay que atravesarla, porque de lo contrario la alternativa es quedarse preguntado si es por acá o es por allá.

Quejándose de que no se ve un carajo.

Para permanecer siempre en el mismo lugar.


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