jueves, 8 de septiembre de 2022

El guadañazo


Qué quieren que les diga, voy a confesarme. Esta vez sí, lo diré todo.

Entro en mí mismo y que sea lo que sea, no me voy a andar ruborizando por el protagonismo que agarre, aunque siempre prefiera pasar desapercibido.

El diálogo interno es la cuestión y debe ser bueno desplegarlo sin titubear o flaquear a mitad de camino. Quizás si se lo restringe, no se lo libera.

Y vaya a saber por qué pienso que es bueno liberarlo.

Presumiblemente, me digo, porque alivia la cabeza. Salimos de los discursos internos que pueden ser inquietantes o perturbadores, aflojamos la mente y logramos por fin la paz y bienestar que tanto anhelamos.

Los que no somos masoquistas.

Quería decir del gordo.

¿Qué gordo?

El del guadañazo.

Me explico, esperen.

Yo hace tiempo que quiero retomar el fútbol. Sobre todo desde que tengo cerca una cancha admirable, la cancha de los sueños con pasito verde e impecable. Está ahí, disponible. Como diciendo, dale, no seas maricón, nunca en tu vida jugaste en una cancha así. Esta semana anotate y te venís.

Por eso me compré los botines, las canilleras y las medias de futbolistas. Después de más de 15 años sin jugar, para retomar necesito lo básico.

Así que sí, esta semana corro un poco y me presento. Voy a ir carajo.

Así se habla. 

Pero está el gordo…

¿Qué gordo?

El de los guadañazos.

Si le hago una jugada habilidosa y me le escapo por la punta, seguro que va a ajusticiarme de la peor manera. 

Puede ser una tragedia, porque es como que lo veo lanzarse con saña sobre mis piernas flaquitas.

Tenés razón, no vayas. Olvidate que fuiste una joven promesa del Centro de Almaceneros Deportivo. Ya no estás para esos trotes.

Qué necesidad tenés de exponerte ante una eventual situación que sea una desgracia. Va a venir, va a guadañar y qué hago.

A llorar al campito.

Es que…

Sí, la cancha, la cancha que está buenísima, pintada y todo. Que no jugaste nunca en un cancha tan buena. 

Bla, bla, bla…

Bueno, no sé si hay un gordo y si además va a ensañarse con un guadañazo malicioso. Debe ser por Cataneo esa reminiscencia, cuando era chico. Lo pasé por acá, lo pasé por allá, por el otro lado también, y sanseacabó.

Todavía me duele la patada endiablada que no tenía ningún fundamento, sino la confesión impúdica de un hombre cansado, vencido, que se sintió burlado por su propia incompetencia futbolera y resolvió hacer justicia de la peor manera.

Hay que ser hijo de puta.

¿Dónde andará Cataneo?

Qué se yo, en el fondo quizás era bueno. Y ahí tuvo un rapto de locura, de indignación.

Pero el gordo es una suposición, no lo viste y mucho menos podés creer que va a dar el guadañazo sobre vos cayéndote con toda la furia. 

Es cierto, no debe haber ningún cizañero. Son todos grandes y creo que inteligentes.

Voy a ir carajo.

Además son todos viejos, como yo. No hay mayores riesgos.

Voy a entrar en el segundo tiempo y así los agarro cansados. Compenso la diferencia con ellos que sé que se lo toman en serio y van a entrenamiento dos o tres veces por semana, para presentarse luego en la cancha como titanes que enfrentan estoicos la decadencia y están a la altura de las circunstancias.

Así que no puedo ser tan maricón, yo no soy ningún flojito. Voy a ir en el segundo tiempo para agarrarlos cansados y voy a jugar como si fuera un hombre, bien varonil.

Bien macho. 

Aunque si veo que me ensucio mucho, no sé si vuelvo. A pesar de que no reciba ningún guadañazo.


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Podés dejar tu comentario como usuario de Blogger, con tu nombre o en forma anónima. Seleccioná abajo.