domingo, 20 de diciembre de 2020

Intríngulis


No sé bien qué es intríngulis y quizás debiera averiguarlo. Googolear en un minuto y sacarme la duda. Leer con atención la definición y luego estimar si estuve cerca, medio lejos o si di en el blanco.

La definición de la RAE siempre es el veredicto. La palabra última y definitiva.

Y si bien uno puede indisciplinarse, disentir o discrepar por decisión propia, lo establecido por la RAE es lo que más o menos nos ordena y quizás por eso cuenta con tantos adherentes y el beneplácito quizás de una inmensa mayoría.

Cosa que uno podría suponer pero no estimar ni mucho menos asegurar salvo que ingrese por decisión propia en el terreno del palabrerío, muchas veces escabroso y empantanado, pero en apariencias interesante.

Así que más vale soltar la palabra que replegarla.

Intríngulis sería como una situación escabrosa donde queda uno como maniatado, encerrado en una suerte de jaque mate irrevocable.

Si a uno lo intríngulan está verdaderamente jodido, aunque siempre le queda la queja, la protesta, el enojo fundado que puede explicitarse con mayor o menor solvencia.

Pero si es intringulado, su suerte en principio está hechada y no puede esperar nada bueno de la situación.

Lo que puede hacer además de quejarse y maldecir el mundo, es declararse en rebeldía y desconocer el intringulamiento por carecer de legitimidad, constituir un verdadero despropósito y una elocuente trampa que invalida en esencia la sana reglamentación del juego.

Solo con esa actitud antagónica con la sumisión y el disciplinamiento de la tibieza, puede el ser intrangulado preservar su dignidad, respetando sus derechos para que no destrocen caprichosamente su mundo.

Caso contrario quedará el hombre intrangulado con las previsibles consecuencias negativas y perjudiciales que todo intringulamiento conlleva.


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