viernes, 25 de febrero de 2011

Venir a Decir


A mí no me gusta que me vengan a decir.

Que elucubren el momento, el lugar, el instante preciso.

Las palabras indicadas.

Para desplegar el cuento que quieren contarme.

No me gusta.

Será que me obligan a ser testigo de la mentira. De asentir sobre un relato falso.

Un cuento minucioso en la forma, pero impreciso en el alma. Que apenas enmascara la realidad, revelando la hipocresía.

Resulta incordioso actuar de quien cree frente a la mentira.

En verdad no es el venir a decir lo que me perturba de algún modo. Porque tampoco es que me desvela ni mucho menos. Sólo diría que me inquieta en el momento, en la circunstancia.

Luego se esfuma como el viento. Para caer después en la intrascendencia del olvido.

Lo que me molesta es el meollo que orquesta el relato en apariencias razonable.

Si, sí.

Lo que me molesta es la cobardía.

De quien se cree demasiado vivo. Y no se da cuenta que en verdad es demasiado tonto.
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