El Enojo
El enojo en mi caso siempre es fundado.
Siendo una persona que me considero racional y justa, no podría ser de otra manera.
No lo manifiesto con grito, golpe de puños o tirando la piedra al blanco perfecto.
Pero lo percibo silencioso e intenso.
Se me presenta, viene a buscarme, me toma. Y ahí está.
Algo en mi interior se dispara como consecuencia de un hecho, una noticia o hallazgo. Una batucada íntima parece reclamar la acción.
Que golpee la pared, diga por fin la mala palabra, frunza el seño, rompa lo que tengo a mano…
- Vamos, dale. Hacelo de una vez. Tonto, tonto. Dale…
Me quedo en silencio. Observando el enojo y sus fundamentos.
Hasta que decido revelarme con determinación…
Escribiendo.
Siendo una persona que me considero racional y justa, no podría ser de otra manera.
No lo manifiesto con grito, golpe de puños o tirando la piedra al blanco perfecto.
Pero lo percibo silencioso e intenso.
Se me presenta, viene a buscarme, me toma. Y ahí está.
Algo en mi interior se dispara como consecuencia de un hecho, una noticia o hallazgo. Una batucada íntima parece reclamar la acción.
Que golpee la pared, diga por fin la mala palabra, frunza el seño, rompa lo que tengo a mano…
- Vamos, dale. Hacelo de una vez. Tonto, tonto. Dale…
Me quedo en silencio. Observando el enojo y sus fundamentos.
Hasta que decido revelarme con determinación…
Escribiendo.
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