domingo, 7 de noviembre de 2021

Los salvadores


Esto ocurre porque esencialmente la sociedad es mayoritariamente infantil y exige, reclama, implora la aparición de un susodicho que la salve de alguna manera. Una suerte de súper hombre o súper mujer que aparezca para decirle cómo son las cosas y resuelva cada uno de sus problemas.

Esto sucede porque hay un mercado de niños desesperados por un padre. Un padre salvador que indique cómo son las cosas y se entusiasme asegurando que va a resolver como sea cada uno de los problemas.

La gente se entusiasma, se ilusiona, cree con el alma en las buenas intenciones del susodicho de turno y espera confiada las elecciones. Cree ilusoriamente que ahora sí, que esta vez por fin las cosas cambiarán y el héroe o la heroína del momento traerá las soluciones que todos imploran.

Esto pasa porque hay un espíritu infantil en las entrañas de la ciudadanía que reclama un salvador que arregle los problemas y si es posible resuelva también su vida.

De ahí los vitoreos, el genuino entusiasmo, las palmadas y elogios a veces sentidos, y con frecuencia desmedidos, de los obsecuentes de turno.

Esto ocurre porque el espíritu infantil está muy arraigado, entonces aparece el susodicho o la susodicha de turno dispuesto a ubicarse en el pedestal del hombre o la señora resolutiva, que sabe todo o casi todo y por fin sacará a los pobres diablos de la desgracia.

Se terminará la malaria y seremos todos felices.

Por fin viviremos en un país normal, digno, donde se les termine el juego a los vivillos que se benefician del esfuerzo de todos mientras los exprimen y ejercitan los discursos parlanchinescos o payasescos. Para todos y todas. 

Donde a cada uno le vaya bien y no gaste la vida sufriendo los perjuicios que le impone un país bananero que amaga con ir al comunismo para el fracaso colectivo. Y donde todos se quieren ir menos los que viven de los demás y los que aún no lograron la ciudadanía.

Ya es tiempo que las cosas vuelvan a su lugar. Y ahora sí, vamos a salvarnos.

Necesitamos héroes verdaderos. Basta de simuladores.

Y esto no quiere decir que los salvadores no tengan buenas intenciones en muchos casos. O quizás en todos los casos. Quiere decir solamente que el espíritu infantil preponderante debe ser advertido a tiempo para que la realidad luego no vuelva a defraudarlo como ocurre sistemáticamente en la Argentina una y otra vez.

Sepamos compatriotas que ningún salvador va a salvarnos.

Es triste, pero es así.

Si nos vamos a salvar va a ser por el esfuerzo, el compromiso y el proceder que cada uno asumamos. Que es el granito de arena esencial que suma al conjunto.

Nos vamos a salvar por obrar como buena gente, por honrar los sanos valores y por rechazar de plano las prácticas mediocres e insanas de la viveza criolla.

Por ir por el buen camino y no creer en atajos, por eso nos vamos a salvar.

Por no rendirnos, por trabajar.

Por ponernos en guardia cada vez que un farsante nos quiere estafar.

Solo nosotros nos vamos a salvar.

Aceptemos la realidad con madurez de una buena vez y hagamos lo que podamos.

Votando por supuesto a quien creemos que va a salvarnos. Pero sepamos que es solo un representante de la filosofía que sustentamos.

Los protagonistas son cada uno de los ciudadanos.

Viva la libertad.


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