viernes, 28 de agosto de 2020

El hombre ante la vida


Yo les voy a decir un montón de cosas que pienso de una vez y para siempre. Y ustedes se quedarán tomando lo que les parece, lo que les provoca sentido, curiosidad, o lo que fuera para facilitarles adoptar o elaborar ideas que los beneficien en la vida y en cada una de sus situaciones cotidianas.

Cada una.

Porque habrá varias y de las más diversas, y para cada uno por supuesto sus menesteres tienden a sentirse como los más importantes de todo. No importa si se quemó la plancha o se cayó la taza de café, o la tía resbaló y otras cuestiones que pueden ser diversas y que no sé por qué me llevan a la desgracia, al infortunio, a la mala noticia que se manifiesta cobrando formas diversas.

Eso hace pensar que no tiene por qué quemarse la plancha, caerse la taza de café o resbalarse la tía por un mal movimiento que le lleva como consecuencia de su desbarajuste en la previsión del paso a quedar tendida en el suelo con las graves consecuencias que cualquiera de ustedes se podrá imaginar.

Bien podríamos decir que alguien ganó a la quiniela, o recibió un regalo, o aprendió versos en latín, a tocar cierta canción en la guitarra o lo que fuera en sentido positivo que sirviese para representar que no todo está perdido, la vida no es ninguna mierda y bien vale ser vivida para enaltecer al ser y ubicarlo en los espacios virtuosos que solo la persona afortunada o empeñosa puede lograr.

Es ese carácter positivo que se manifiesta de modo azaroso o se construye a partir del accionar humano, que le da buen sabor a la existencia y le permite a cada uno salir cada día, levantarse y hacerse cargo de lo que quiere, de su realidad, de su vida y del mundo que puede construir.

Después estará el ánimo y la inclinación de cada uno que hará que la vida sea más interesante o agradable, o bien una sucesión de desgracias y lamentos cotidianos que en parte o en todo siempre pueden ser justificados con moyor o menor habilidad, pero en definitiva reafirman una existencia debilitada, penosa y desdichada.

Dicho esto, por último es preciso señalar que la vida de cada uno está en sus respectivas manos.

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